Las tribulaciones del luso que quiso conocer el Prado
Una familia portuguesa sufre un robo y la agresión de un policía en un solo día
Enfilaban Lisboa, pero decidieron recalar en Madrid para disfrutar del Museo del Prado. El viaje comenzó en París, donde Manuel Joaquim Lopes, ciudadano portugués de 34 años, regenta un negocio de electricidad y decoración. Tina, su mujer, griega, es psicóloga. Por su amor al arte sufrieron un robo en el coche, algunos puñetazos de un policía local y una noche en la comisaría del distrito Centro.La mala pata empezó cuando dejaron el sábado su coche aparcado -bien aparcado- en una calle cercana a la pensión del centro en la que pasaron la noche. El domingo por la mañana se toparon con una ventanilla rota y algunas prendas de ropa menos. Manuel metió su Citroën BX en un aparcamiento subterráneo y se fue con Tina y sus dos hijos a empaparse de Velázquez, de Goya y de Murillo.
Después de comer, Manuel recogió el coche y lo dejó en doble fila en la calle del Arenal, frente a la pensión. Era cosa de 10 minutos: terminar de darle el biberón a Inés, su muñeca morena de cinco meses, y bajar las maletas. Pero en ese rato a la Policía Municipal le dio tiempo de llamar a la grúa y de enganchar el coche. Manuel afirma que intentó convencer a los agentes de la policía local para pagar y tornar carretera a Portugal.
Como un criminal
Debía pagar 16.000 pesetas en el acto por la grúa. La multa -12.000- también tenía que abonarla inmediatamente por ser extranjero. Pero sólo llevaba 5.000 en moneda española, así que pidió que esperasen a que fuese a cambiar francos, pero, siempre según la versión de Manuel, no le dejaron, y él se puso delante del coche para -que no se lo llevaran. "Ése fue mi error", se duele ahora. "El agente que rellenó el parte de la multa me pegó varios puñetazos mientras otros dos me sujetaban", asegura Manuel."Lo peor de todo", musita Manuel con ojos llorosos, "es que estaba delante mi hijo Alexandre" [tres años de edad].
Un dedo dislocado, una marca en la espalda y el estómago encogido por los puñetazos le llevaron a la casa de socorro. La Policía Municipal negó ayer que se hubiese agredido al turista. "Un peatón vio el coche con una ventanilla rota y las otras abiertas y avisó porque imaginaba que se trataría de un vehículo robado", comenta un portavoz de la seguridad local. "Se negó a pagar la grúa, insultó a los agentes y ellos se limitaron a sujetarle con la porra porque quería meter al niño dentro del coche", añade.
Del centro sanitario trasladaron al turista a la comisaría de la calle de la Luna, donde pasó la noche entre vomitonas, sangre y delincuentes. "Como si fuera un criminal", dice Manuel en un dulce portugués afrancesado.
Le acusan de agresión a la autoridad. Él no presentará denuncia contra los agentes porque prefiere seguir el Tajo hasta Lisboa, donde le espera su hermana. Adora España y piensa que robos y abusos los hay en todas partes. "También me han robado en París", explica, "y la policía local francesa carece de una visión correcta de lo que es la ciudad".
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