Ley de picaresca
En los años gloniosos del musical Metro no era raro encontrar las actuaciones especiales de dos inúsicos españoles: José Iturbi, que tocaba piezas clásicas al piano, y Xavier Cugat, que dirigía una pintoresca orquestallena de maracas, bongos y rumberas de buen ver. Iturbi era valenciano 11 Cugat catalán de Gerona, pero a los directivos de la Metro este detalle debía de sonarles a chino. Ni siquiera alcanzaban a pensar que fuesen españoles (con perdón de valencianos y catalanes susceptibles). Les costaría incluso pensar que llegaban de un remoto lugar llamado Europa. Para el Hollywood de los años cuarenta eran simplemente "latinos", etnia situada en algún lugar entre México y Cuba.
Ante sus compatriotas, Xavier Cugat explotó la imagen del catalán erriprendedor, el que es capaz de encontrar pan bajo las piedras. A imagen de los antiguos indianos, hizo fortuna en las Américas y regresó a consumir su vejez en una suite del Ritz de Baircelona, consagrado a los recuerdos y sin que las nuevas instituciones políticas le hicieran el menor caso. No sé si le consideraban un 11 catalán universal" en la misma medida que un Pau Casals, un Miró o una Caballé. Si así fue, no se lo hicieron saber, y Cugat terminó sus días quemando recuerdos de Hollywood, de Las "Vegas y de sus cinco esposas. Cuando vino a mi programa, su secretaria le arrastraba en silla de ruedas.Pero a mí me era imposible olvidar el impacto que causó su debú en la plaza de toros Monumental, en 1954. Le acompañaba la explosiva, suntuosa, irrepetible Abbe Lane: la vampiresa que mejor ha bailado la sardana ataviada con un escueto biquini. Sensación total y recuerdo maravilloso de mi adolescencia.
Bailando sardanas y bebiendo a porrón demostró Abbe que podía ser tan catalaná como su marido. Muchos años después, éste intentaba certificarlo salpicando la conversación con giros ampurdaneses mezclados con esa pintoresca mezcla de spaninglish que caracteriza a los latinos del showbusiness.
Cugat. No me llames Cugat, que me haces viejo. Llámame Cugie. ¿Sabes que me lo puso Fred Astaire?
Terenci. Usted, al parecer, no se siente viejo.
C. Home, no gaire. Siempre pienso: "¡Ay, qué linda es la vida!". únicamente que estoy ahora como mi automóvil: la carrocería luce bien, pero el motor, ¡ha corrido tantos kilómetros! Nací el 1 de enero de 1900-¡Yaves tú cuánta marcha! De todos modos, don't worry. I´m happy. Lo único que me deja perplejo es lo rápido que han pasado los años. Especialmente desde que cumplí 45. A partir de entonces, volaron. ¡Qué barbaridad, qué rápido! Lo he experimentado todo. Ahora hubiera deseado haber tenido hijos, porque con cinco matrimonios no he tenido familia. Cuando me vaya de este mundo no habrá otro Cugat. Bueno, si acaso, Sant Cugat del Vallés. Por cierto, que no me pagan royalties por usar mi nombre en el pueblo ese.
T. Es que ya existía en la Edad Media.
C. Bueno, también yo existía en la Edad Media.
T. Pero no le registraron los códices.
C. En Norteamérica, sí: allá lo registran todo. Mira, yo alcancé la cumbre de la popularidad hacia 1945, cuando estaba en la Metro. Me llamaban el rey de la rumba. En aquella época todas las familias tenían a uno de sus miembros luchando en la guerra. Nosotros alegrábamos a la retaguardia. Toda América vibraba con sólo aparecer Lina Romay contoneándose y yo con mi perrito chihuahua (no olvides a mi chihuahua, me dio mucha popularidad). Y además, salía esa espléndida mujer que fue Esther Williams, con aquellos bañadores tan ceñidos y sus piscinas tan azules.
T. Ese Hollywood que hacía soñar al mundo, ¿ha cambiado mucho en la actualidad?
C. Yo creo que el que ha cambiado completamente es el público. En aquella época iban a ver a las estrellas, hicieran lo que hicieran. No les importaba el argumento. Hoy en día es diferente, hasta el director es mucho más importante. Ahora se paga una fortuna por una obra. En aquellos tiempos, hacíamos películas que eran pura tontería, pero divertían a la gente.
T. Yo recuerdo algunas de sus películas junto a grandes estrellas. Por supuesto, las de Esther Williams, pero también Festival en México, con Jane Powell; Así son ellas, con Liz Taylor; Fin de semana, con Lana Turner.
C. ¡Ay, Lana era guapísima, un cielo! Y una gran persona. Estuve a punto de'casarme con ella. Organicé una gran fiesta para anunciar nuestra boda, pero al final lo dejamos. ¡Qué mujeres tan lindas había en Hollywood! ¿Te acuerdas de Rita Hayworth? Yo hice una película con ella y Fred AstaireÍ Bailando nació el amor creo que se llamaba acá. Al terminar el rodaje los dos me regalaron una batuta de oro. Mira, en el cine ha habido dos grandes bellezas: Rita y Ava Gardner. Pero, además, Rita era muy simpática, muy buena chica. Qué pena cómo acabó, ¿verdad?
T. Cuando vuelve a ver a todas esas estrellas que ahora permanecen ignoradas, ¿cómo las encuentra?
C. Algunas están muy amargadas. Otras son como el buen vino, con el tiempo se vuelven más humanas. Mire a Frank Sinatra. Antes era un tarambana. Ahora es una gran persona. El primer disco que hizo en su vida fue cónmigo, cuando tenía 17 años. Le arreglé una canción catalana, La mare de deu cuan era xiqueta. También di trabajo a Woody Allen, que entonces era muy joven y tocaba el clarinete. Yo necesitaba un cómico para abrir mi espectáculo del Caesar's Palace de Las Vegas, para calentar un poco al público.
T. ¿Cómo se le ocurrió la idea de explotar la música tropical?
C. Bueno, tú sabes que Estados Unidos es un país de especialistas. Tú te tienes que especializar en algo para triunfar. Como antes había vivido en Cuba, incorporé par
te de su folclor y se lo serví a los yanquis de manera que lo pudiesen bailar. ¡Estaban encantados con el invento!
T. Usted ha pasado la mayor parte de su vida en Estados Unidos.
C. Setenta y nueve años. He sido muy feliz allí. Me he casado cinco veces y he tenido cinco suegras muy simpáticas. También con mis mujeres he sido muy feliz. Lo que nos separaba eran nuestras carreras.Cuando estaba casado con Abbe Lane todo andaba bien si trabajábamos juntos. Pero empezaron a contratarnos por separado y se acabó la felicidad. Recuerdo que ella se encontraba haciendo una película en Roma con Mastroianni y yo estaba tocando el violín en Filadelfia. Tú no puedes estar tocando el violín en Filadelfia si tia mujer está en Italia con Mastroianni, ¿verdad?
T. Hablemos de su propia carrera.
C. Bueno, yo he tenido varias carreras, porque yo era violinista clásico desde que tenía 12 años. Era eso que llaman niño prodigio. Pero con la música clásica tienes que ser muy bueno o mejor lo dejas, ¿n`est cepas? Yo era un buen violinista, pero no era un Sarasate. Un día llegóCaruso a Cuba, a inaugurar el teatro Nacional. Pues le caí simpático y me dijo: "Cuando vengas a Nueva York, yo te voy a ayudar". Y entonces todo mi deseo, fue irme a Nueva York. Tocaba el violín en bautizos para recaudar dinero para el viaje. Y llegué y Caruso estaba en Italia, así que me encontré sin un centavo, sin saber el idioma y sin un amigo. En el Parque Central todavía hay un banco en el que dormí durante 10 días. Pero cuando Caruso volvió a Nueva York me ayudó, si no a triunfar, por lo menos a comer.
T. También conoció a Al Capone.
C. Pues claro. Todos los clubes de Estados Unidos estaban manejados por la Mafia, así que si un artista quería triunfar en el showbusiness tenía que trabajar para ellos. Yo actué durante tres años en Chicago para Al Capone. Él era el que me pagaba todos los sábados. Muchas veces me decía: "Cugie, siéntate, que mi madre me ha hecho unos espaguetis muy buenos". Y yo comía muy deprisa, porque, tenía hambre de perro. (Risas). ¡Qué bien cocinaba la madre de Al Capone!
T. ¿Cuándo llegó a Hollywood por primera vez?
C. ¡Ay, querido! En el 19 20. Yo tocaba el violín en una sala para amenizar las películas mudas. Además, trabajaba como caricaturista para Los Angeles Times. Así conocí a Valentino, que era una gran persona. Yo .fui a hacerle una caricatura -y me dijo: "Estoy rodando una película, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, y necesito bailar un tango. Organízame una orquestita". Y fue la primera que yo organicé en Hollywood. Se llamaba Cugat y sus gigolós.
T. Antes de ser contratadopor la Metro estuvo en la Paramount. Apareció en una película de Mae West, Go west young nwn.
C. ¡Ay, la Mae West! Era un terremoto. Y simpática, muy simpática. Tenía un repertorio de frases que lo revolucionaba todo. Fue la primera persona que me dio la idea de usar un peluquín. Porque no le gustaba actuar con nadie que fuera calvo. Y me puse el peluquín por primera vez, para gustar a la Mae.
T. Después de haber pasado estas experiencias- se convierte en un hombre con muchos negocios, sobre todo el restaurante Casa Cugat.
C. Este local también respondía a mi idea de la especialización. Sólo dábamos comida mexicana, que, además, les encanta a los yanquis. En cambio, la comida española no ha tenido éxito. Por eso en todos mis restaurantes dábamos enchiladas en lugar de escudella o gazpacho. En Estados Unidos, cuando uno hace un poco de nombre con música o con lo que sea, puede meterse en cincuenta negocios. Mira, a Casa Cugat venían todos los artistas, los superfamosos. Pero esto también ha cambiado. Antes, cuando Valentino baja un restaurane tenía que venir a policía a caballo para protegerle del gentío. Hoy en día ves a una estrella y corio si nada.
T. Veo que lleva usted un crucifijo de Dalí.
C. Yo era un gran amigo de Dalí en el 1948. Éramos dos locos en Nueva York. íbamos a todos los clubes. Salíamos a las seis y las siete de la mañana, cantando canciones catalanas por la Quinta Avenida. Cuando se estaba muriendo quise verle varias veces y no me lo permitieron. Para mí que le tenían prisionero.
T. Me ha dicho que le dieron un homenaje en Hollywood, con Sinatra, Dean Martin, Jerry Lewis, Montalbán. ¿Cómo explica que no le hagan algo parecido en Cataluña, que es su tierra natal?
C. Así son las cosas. Mira, querido, yo estoy condecorado por siete países, tengo el Sol Imperial del Japón, el Sol de Oro de Perú, el Águila Azteca de México, la Medalla de Oro de Argentina... Y de Cataluña no tengo nada.
T. ¿Y Pujol no le ha dado una crucepita de esas que suele repartir a troche y moche?
C. Yo he vivido 79 años de mi vida en un país en que la palabra envidia no está ' en el diccionario. -Cuando yo estaba en la clínica Quirón recibía cartas y telegramas de Estados Unidos, dejas gentes más importantes, hasta del presidente Reagan. En cambio, en mi patria, nada de nada. ¡Ni el bon dia, querido, ni el bon dia!
Esta entrevista se desarrolló en 1989. Cugie moría dos años después. Ignoro si, en el intermedio, Cataluña le rindió el homenaje que tanto ansiaba. No sé si quedó inmortalizado en el cuadro de honor de la Generalita.t pujolista. En cambio sé que descansa alegremente en el panteón de los ilustres de la Metro, donde todos fueron grandes, aunque no estuviesen en posesión de la Creu de Sant Jordi.
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