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Adiós a un hombre tranquilo

Jesús Castro, el ex portero del Sporting, será enterrado hoy en Avilés

Jesús Castro, de 42 años, el ex guardameta del Sporting fallecido el lunes en la playa cántabra de Amió (Pechón), era la versión futbolística del hombre tranquilo. Todos los que le conocieron durante su carrera destacan esa característica, fundamental para el último baluarte de cualquier equipo. De eso sabe un poco García Remón, actual entrenador del Sporting, que fue muchas veces rival en su etapa de jugador y alguna que otra compañero en las selecciones españolas.García Remón recuerda, por ejemplo, un partido con Polonia, con la selección olímpica, en el que Castro le tuvo que sustituir tras ser expulsado. Unos minutos después ya eran tres los jugadores españoles que habían visto la cartulina roja. El único que parecía mantener la calma era aquel joven corpulento, de 1,81 metros de estatura y 81 kilos de peso, que sólo pedía a sus compañeros que dejasen de protestar ante el temor a quedarse cada vez más desamparado.

La modestia era otra de las características de un hombre que tuvo que ejercer su trabajo ante miles de miradas. Vicente Miera, que fue compañero primero y entrenador después en el Sporting, recuerda que Castro se ponía colorado cuando sus compañeros le elogiaban por sus intervenciones: "Por eso le llamábamos Manzanón". Hasta sus rivales directos para el puesto tienen un buen concepto de Castro. Así lo demuestra García Cuervo, el antecesor de Castro en la portería del equipo gijonés: "No hay cinco jugadores con el nivel humano de Castro. Generoso, desprendido, amigo de sus amigos, todo un ejemplo a seguir como futbolista y como persona".

Castro perdió su proverbial tranquilidad sobre las tres de la tarde del pasado lunes, cuando vio en dificultades a tres personas en la playa de Amió, donde se encontraba con su mujer y dos de sus hijos. Aunque las versiones oficiales siguen sin ser del todo precisas, Castro se lanzó al agua y consiguió salvar a dos niños de 7 y 9 años, y a su padre, de 35, todos de nacionalidad británica. Sin embargo, él no pudo librarse de un remolino en una zona peligrosa, de abundantes acantilados, y desapareció en el agua, a pesar de que uno de los bañistas intentó ayudarle. Su familia presenció el trágico suceso. Ayer, también se supo que Jesús Castro había ayudado a varias personas la pasada semana en parecidas circunstancias y en la misma playa, pero con más suerte.

Jesús Castro fue trasladado ayer a su ciudad de residencia, Avilés, y la capilla ardiente fue visitada por numerosas personas vinculadas al mundo del fútbol. Un mundo del que él quiso desvincularse totalmente tras su retirada, para dedicarse a sus negocios y a su familia. Castro había tenido que abandonar la práctica del fútbol debido a una hernia discal de la que fue intervenido en Barcelona y por la que consiguió una pensión de invalidez, sentando un precedente en el fútbol español.

Otros dos hermanos de Jesús habían sido también futbolistas profesionales. A uno de ellos, Quini, estuvo muy vinculado durante su carrera, ya que coincidieron en la mejor época del Sporting y alcanzaron un subcampeonato de Liga y otro de Copa. Rafael, el hermano menor, también jugo de guardameta en varios equipos asturianos, pero se retiró del fútbol precipitadamente.

Jesús Castro estaba casado y tenía tres hijos, Yoana, Jesús y Daniel. Su hija se dedica a la competición hípica y se había proclamado campeona de España juvenil. Jesús Castro era propietario de varios caballos de competición, además de regentar negocios de diversa índole.

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