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Tribuna
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Catalán

Los alumnos y los profesores que no raonen catalá van de ala en Cataluña: por orden de la Generalitat, el próximo curso sólo se utilizará el catalán en las escuelas. La medida forma de parte de un ambicioso plan de dicho ente autonómico cuyo objetivo final es que todas las asignaturas se impartan allí en catalán. De donde se deduce que a los demás ya les pueden ir dando. Por ejemplo, a los profesores y alumnos que viven en Cataluña y no hablan catalán; por ejemplo, a los que, hablándolo, prefieren enseñar e instruirse en lengua castellana.La Generalitat hace la vida imposible a miles de ciudadanos enconando un problema lingüístico que no se debería plantear jamás en términos excluyentes. El catalán no necesita remitirse a les Homilies D'Organyá, ni citar glorias de las letras catalanas, para que se reconozcan la riqueza y la vigencia secular de esta lengua vernácula en la que se expresan seis millones de compatriotas. Tampoco le hace falta al castellano recordar la ingente obra literaria que ha creado durante un milenio a partir del mester de clerecía. Ambas lenguas -y otras que se hablan en España- pueden convivir sin plantear agravios ni competencias.

Pero el curso de la historia es inamovible, ha establecido una realidad de la que somos herederos, y desde el siglo XIII es el castellano idioma oficial, la lengua común de los habitantes del reino. Y ahora mismo, cuando forman parte de un Estado democrático a cuyo desarrollo contribuyen, tienen el derecho inalienable a recibir e impartir las enseñanzas en su idioma, con independencia de la comunidad donde residan. Y eso es lo que impide la Generalitat, en contra de los principios constitucionales por los que se rige el Estado. Claro que, a lo mejor, es precisamente el concepto de Estado lo que se está poniendo en cuestión. Y ésas ya serían palabras mayores.

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