Mucha espontaneidad
El presidente del Gobierno, Felipe González, ha buscado en los nuevos ministros "frescura, espontaneidad y ganas de trabajar". Es más que probable que no se sienta defraudado. Las tres mujeres del Gobierno; el ministro de Justicia, Juan Alberto Belloch, y el titular de Comercio y Turismo, Javier Gómez Navarro, según las personas que les conocen, se caracterizan desde hace muchos años por decir exactamente lo que piensan, máxime al no estar sometidos a la disciplina -cada vez más relajada, eso sí- de partido.Para irritación de muchas mujeres y unos pocos hombres del PSOE, de las tres ministras se ha destacado, por encima de sus historiales académicos, intelectuales o políticos, sus características físicas y se ha tenido especial cuidado en poner a su lado el nombre de algún hombre relevante que necesariamente las ha tenido que aupar para que estén donde están. De Carmen Alborch, ministra de Cultura, se olvida decir que es catedrática de Derecho, fue decana de esa facultad en Valencia y después ha hecho una labor muy estimable en el mundo de la cultura. De María Ángeles Amador no se dice que en la Comisión de Subsecretarios llamaba la atención por el rigor de sus informes, y por la "gracia personal" que ponía en todas sus exposiciones en unas reuniones "mortalmente grises". De Cristina Alberdi no debe haber muchas personas que desconozcan su implicación contra la dictadura y la defensa de los derechos de la mujer.
González ha dado muestras de estar dispuesto a arriesgarse al poner a su alrededor personas no vinculadas con el partido. Ya lo hizo con el ex juez Garzón, que no tuvo empacho en reírse de sí mismo al decir que sus detractores tenían con él un filón, ya que su voz sonaba entre Antonio Molina y el Pato Donald. En el Gabinete quedan, además, clásicos cargados de espontaneidad. José Luis Corcuera, sin ir más lejos.
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