Sobre el origen de la vida

Y SURGIÓ la vida sobre la Tierra, un planeta minúsculo que gira alrededor de una estrella perdida en los márgenes de una galaxia vulgar. Sabemos que el planeta entero ha sido conquistado por los seres vivos, que se han extendido y diversificado, y una de cuyas manifestaciones es nuestra propia especie humana. Lo que no sabemos todavía es cuándo surgió, ni cómo, ni cuáles fueron los estadios más primitivos de lo que más tarde serían seres vivo s, ni si esta peculiar organización de la materia existe en otros lugares del universo, ni mucho menos si en esos otros hipotéticos lugares la evolución biológica ha culminado en formas de vida inteligente.Todas estas preguntas y muchas otras han estado en la mente de los hombres y han excitado su curiosidad. Durante milenios, las únicas respuestas posibles han sido de índole mitológica o religiosa, pero hoy es posible afrontarlas desde un punto de vista científico e ir desentrañando con lentitud los episodios de prueba y error y la confrontación de teorías con la evidenc¡a empírica, que son fenómenos propios de todo proceso de investigación genuina.

La semana pasada se celebró en Barcelona un Congreso internacional centrado precisamente en el origen de la vida. Los mejores especialistas del mundo se han dado cita allí para exponer sus últimos hallazgos, para debatir la solidez de las explicaciones existentes y sugerir posibles caminos a explorar con la idea de penetrar en las enormes zonas de ignorancia que aún quedan en nuestros incipientes esquemas.

Uno de los resultados novedosos ha sido la evidencia de que la vida surgió en la Tierra en un momento muy próximo a la formación del propio planeta. El sistema solar nació hace unos 4.500 millones de años. Parece también verosímil que los procesos que condujeron a esa forma peculiar de organización que llamamos vida fueron asombrosamente rápidos, dando lugar en un periodo de tiempo muy corto a los primeros organismos. Tras ese momento se inició el largo proceso de interacción de los seres vivos entre ellos y con su entorno, que es la sustancia de la evolución y que, tras 4.000 millones de años, ha concluido en la aparición de la inteligencia.

Se ha debatido la posible existencia de una etapa muy primitiva en la que las funciones de duplicación y transmisión del mensaje genético, junto con las de catálisis de las reacciones químicas propias de un ser vivo, hayan sido asumidas por una clase única de moléculas, las del ácido ribonucleico (ARN), mientras que en los organismos modernos esas funciones son ejercidas separadamente por el ácido desoxirribonucleico (ADN) y por las enzimas, que serían así especializaciones de una molécula precursora común.

Como se ha debatido también el papel desempeñado por los cometas, cuyas colisiones con la Tierra fueron muy frecuentes en los primeros momentos del sistema solar. Parece indudable que los cometas aportaron gran cantidad de agua y de material orgánico; lo que se ignora, por el momento, es el grado de complejidad de ese material y si, en el límite, fueron los cometas los que depositaron sobre la superficie del planeta los primeros y primitivos seres vivos.

Mucho queda por saber, principalmente acerca ¿te los procesos que mediaron entre la materia inerte y esa hipotética era de predominio del ARN, así como la transformación posterior de éste. Completar el cuadro, apenas esbozado en algunas zonas y en blanco en muchas otras, requerirá un enorme esfuerzo de imaginación, de inteligencia y de experimentación. Escudriñar en lo más profundo y primordial de los organismos vivos actuales, construir teorías compatibles con los datos obtenidos, buscar alguna señal de los materiales más antiguos de la corteza terrestre e intentar reproducir en el laboratorio los procesos básicos en el surgimiento de la vida son algunas de la tareas que los científicos están abordando.

Todos esos programas de investigación básica relacionados con el origen de la vida, o su posible existencia en otros mundos, deben proseguir porque responden, en definitiva, a algunos de los interrogantes más profundos y radicalmente emocionantes que se plantea el ser humano.