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Olas de tres metros barren una isla en Japón

Juan Jesús Aznárez

Japón sufrió la noche del lunes, en el litoral norte, su peor terremoto en 25 años: alcanzó 7,8 puntos en la escala de Richter y se cobró al menos 75 vidas, pocas en relación con la destrucción observada. El alcalde de Okushiri -la isla más afectada, situada a unos 700 kilómetros de la capital, Tokio- teme que los muertos pasen de 200. Nadie de esa región de gran belleza esperaba semejante golpetazo y las prevenciones de los vecinos, acostumbrados a los temblores, apenas sirvieron. Olas de tres metros de altura causadas por el seísmo barrieron a su paso cuanto hallaron en la isla citada.

Algunos damnificados de las localidades devastadas, todavía atemorizados, recordaban ayer que la tierra tembló terriblemente durante cinco minutos, tumbó tendidos eléctricos, abrió zanjas que se tragaron camiones y taponó túneles y carreteras con rocas monumentales. Los incendios, en cadena, destrozaron cientos de viviendas mientras sus ocupantes huían con lo puesto tierra adentro, y el mar, rabiosamente encrespado, saltó por encima de diques y contenciones y barrió todo lo que halló a su paso con olas de tres metros de altura. Los parapetos levantados durante años en las escolleras, algunas de ellas cubiertas de coches arrastrados por las aguas, fueron expugnados por avalanchas de agua que rompían en los tejados de las viviendas más próximas y anegaban otras más alejadas. Embarcaciones de recreo y pesca fondeadas en los amarraderos más castigados capotaron rápidamente, y algunas motoras, hechas astillas al ser estrelladas contra el malecón, fueron empujadas hacia piras que alimentaban edificios en llamas.Yukio Koshimori, alcalde la pequeña Okushiri, donde de un total de 600 casas desaparecieron 340, declaró que, aunque habían "reforzado las defensas, fueron desmanteladas por el oleaje". La cadena de televisión pública emitió impresionantes imágenes aéreas de los pueblos asolados por el mayor terremoto registrado en Japón desde 1968, año en que el sismógrafo subió hasta los 7,9 puntos. En la vecina isla de Hokaido, la mayor de Japón, también resultaron dañadas algunas poblaciones pesqueras.

Las sacudidas que siguieron al primer trallazo -sentido en la costa sur rusa, en la otra orilla del mar de Japón- derribaron edificios y resquebrajaron carreteras, impidiendo así la rápida presencia de los equipos de rescate. Cientos de viviendas ardieron como teas, barrios enteros quedaron reducidos a cenizas y las pérdidas son multimillonarias. Un hotel de dos plantas, con 30 personas dentro, cayó como un castillo de naipes.

Avisos por televisión

Los avisos por televisión cuando la catástrofe era inminente permitieron, sin embargo, el desalojo de muchos edificios, y el hecho de que en su mayoría fueran viviendas unifamiliares de madera o fabricados con materiales ligeros redujo el número de víctimas por derrumbamiento.Una cadena de televisión reprodujo la película rodada por las cámaras de un comercio todavía abierto cuando se produjo el terremoto: un cliente miraba relajadamente una lata y de repente todo comenzó a moverse. Aterrorizado, el cliente se aferró a las estanterías y la cámara se cayó.

Las consecuencias de la tragedia ocurrida la medianoche del lunes son mínimas comparadas con las del terremoto de septiembre de 1923 en Tokio -7,9 en la escala de Richter- En esta fecha resultaron muertas 40.000 personas y quedaron destruidos un total de 560.000 edificios en la capital japonesa.

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