Una ratonera en el puente de Vallecas
El Ayuntamiento resalta que la retención en la M-30 aumentó sólo en dos kilómetros durante las horas punta
Las cámaras del gabinete municipal de control del tráfico emitieron ayer mejores imágenes del puente de Vallecas que las temidas por el Ayuntamiento. Las obras emprendidas el sábado para sustituir el puente de la Albufera sobre la M-30 por otro más amplio provocaron atascos inferiores a los calculados. La sensación sobre el terreno, sin embargo, era de cerco. La falta de información o de previsión de los usuarios y la mala señalización de los desvíos para entrar y salir del barrio convirtieron Vallecas en una ratonera. Las obras, al final, mejorarán la M-30, pero no le darán inteligencia. El proyecto de dotarla de sensores y paneles que regulen su fluidez con programas informáticos costó 5.000 millones, se implantó hace siete meses y aún no funciona.
Javier Casqueiro.La M-30 se ha convertido en una carretera / calle fundamental para el funcionamiento diario en Madrid. Es utilizada normalmente por 300.000 vehículos cada jornada y cualquier variación en su discurrir, por obras o accidentes, provoca instantáneamente un pequeño caos en el tráfico de toda la ciudad.La tarea de reemplazar el puente actual que supera la entrada y salida de Vallecas -un barrio en el que viven medio millón de personas- se planteó hace años cuando se comprobó el error de proyectarlo sólo con tres carriles. La carretera disponía de cuatro, tanto antes como después (le este paso elevado. El Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), de hecho, incluyó esta obra en el I Plan Felipe (1989-1993) para la creación de infraestructuras en las grandes ciudades, pero no la llevó a cabo.
El Ayuntamiento exigió siempre que para emprender este trabajo había que terminar antes el trazado sur de la M-40 y ofrecer así una alternativa a los coches de la misma capacidad que la M-30. Ese trayecto se concluyó y es ahora cuando el ministerio ha apretado el acelerador de sus máquinas para cambiar los tableros vigentes por otros prefabricados mayores que permitan ampliar en un carril por sentido la plataforma del puente.
Acabar antes de septiembre
La fecha elegida tampoco es casual. El Ayuntamiento planteó la necesidad de que la fase fuerte de las obras, se ejecutase en verano, que es el periodo con menos tráfico, aunque los trabajos previos de asentamiento de los nuevos pilares llevan efectuándose desde hace cinco meses.
El tramo afectado por las obras es transitado diariamente por unos 230.000 vehículos. Esta cifra desciende un 15% en el mes de julio, especialmente a partir del día 15, y un 30% en agosto. El ministerio se ha comprometido a finalizar los trabajos en la zona, a ritmo de tres turnos diarios, antes de septiembre, cuando se inicie la operación de regreso de las vacaciones.
El descenso real de tráfico, sin embargo, no ha evitado el colapso matinal en los alrededores de este punto de la M-30. Sebastián de la Rica, director de Circulación del Ayuntamiento, valoró ayer, no obstante, que las retenciones hayan sido inferiores a las previstas. Muchos conductores atrapados sobre el asfalto a primera hora se quejaban del desbarajuste que tenían que soportar, de la falta de información y de la mala señalización de las rutas alternativas. Algunas señales, incluso, se encontraban ocultas por árboles, como al final de la avenida del Monte Igueldo. Otras, antiguas, no han sido tapadas, como la situada en la calle del Convenio, y conducen a salidas cortadas.
Los vecinos de Vallecas son, obviamente, los que más protestan por las molestias. Algunos se mostraban ayer remisos a usar el paso para peatones montado sobre una fina estructura tubular para cruzar la carretera.
El gabinete municipal de tráfico comprobó en la primera hora punta una circulación muy complicada en todo el tramo sur de la M-30. Normalmente las retenciones en esta zona alcanzan unos tres kilómetros (hasta la salida hacia la plaza de Legazpi). Ayer, entre las 7.30 y las 9.00, se localizaron automóviles parados hasta el puente de Toledo (tres kilómetros más).
El descontrol se trasladó, asimismo, a las calles situadas en las inmediaciones de las avenidas de la Albufera y de Ciudad de Barcelona, taponadas por coches que pretendían cruzar, desde el centro de Madrid a Vallecas, o viceversa. Los mayores problemas se apreciaron en la zona de Méndez Álvaro, en la avenida de Entrevías y en la calle del Convenio. En el sur, el atasco llegó hasta la incorporación desde la variante de la carretera de Andalucía a la M-40. Las retenciones remitieron a mediodía y volvieron a la hora punta de salida, tanto matinal como vespertina.
El Ayuntamiento y Obras Públicas recomiendan la utilización de la M-40 y del metro.
La inteligencia retrasada
La Dirección General de Tráfico (DGT) empezó a insuflar neuronas a la M-30 a finales del año, pasado: 800 sensores para controlar la velocidad, 54 estaciones remotas y 47 de datos, 14 cámaras para un circuito cerrado de televisión, 31 carteles electrónicos para informaciones de mensajes variables hasta de 48 letras y 54 paneles luminosos. Un programa informático debía controlar estas capacidades y coordinarlas con las existentes.Tráfico vendió este proyecto como un regalo de mejora de la M-30 para el Ayuntamiento de Madrid. El sistema costó 5.000 millones de pesetas, y se prometió que estaría en marcha, tras superar una fase de prueba, este mes de junio. No ha sido así. Ahora se habla de otro plazo que se abrirá después del verano y concluirá, posiblemente, para las navidades.
El Ayuntamiento y la Dirección General de Tráfico encuentran justificaciones cruzadas. Los primeros dicen que el sistema no se ha transferido oficialmente a tiempo. Los segundos, que el municipio no tenía un recinto preparado y que sus técnicos están todavía siguiendo los cursillos de instrucciones.
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