Párrocos anglicanos se niegan a pagar a su Iglesia
La guerra interna en la Iglesia de Inglaterra se libra estos días en el campo de las finanzas. Las parroquias rebeldes, opuestas a la ordenación sacerdotal de mujeres, han optado por suspender el pago de su cuota anual a las arcas de la institución. El jefe espiritual de los anglicanos, George Carey, arzobispo de Canterbury, rogó este fin de semana a los rebeldes que pagaran lo que deben. La polémica sobre las cuotas precede al veredicto de la Comisión Eclesiástica del Parlamento, esperado para hoy, sobre la ordenación de mujeres. Salvo una enorme sorpresa, la comisión parlamentaria debe dar luz verde a la elaboración de la ley sobre incorporación de la mujer a la jerarquía anglicana. El proyecto ha de convertirse en ley y recibir la aprobación de la reina no más tarde de febrero, según los cálculos de Carey. Ese mes empezarán las ordenaciones femeninas.Las convulsiones internas se harán más intensas durante el tramo final de la reforma. Tony Highton, rector de la parroquia tradicionalista de Hawkswell (sureste de Inglaterra), declaró ayer al dominical The Sunday Telegraph que Carey está "atemorizado" ante el alcance del "cierre de cajas". Muchas de las parroquias tradicionalistas y en contra de la ordenación dela mujer piensan romper con el anglicanismo e integrarse en la Iglesia Católica justo en el momento en que se apruebe definitivamente la reforma. Desde ahora y hasta febrero la polémica se centrará en los términos económicos del "divorcio". El Sínodo anglicano estableció un sistema de pensiones personales para los sacerdotes que desearan dejar la iglesia por desacuerdo con la reforma, pero dejó en el aire la cuestión del patrimonio colectivo. No está claro quién se quedará con los edificios y el dinero en las parroquias cismáticas.
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