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El fiscal pide que el Ejército pague a las familias de los dos soldados muertos

El fiscal Fernando Burgos considera al Ejército responsable civil subsidiario de los dos asesinatos ocurridos el año pasado en el acuartelamiento militar de Peñagrande (situado en Puerta de Hierro). Burgos opina que el estudio psicológico que se hizo al soldado José Antonio Molero, quien abandonó una guardia con un Cetme y mató a bocajarro a dos compañeros, "fue superficial y chapucerillo".

Al término del juicio que se ha celebrado en la Audiencia de Madrid contra Molero, Burgos indicó: "Si el test se hubiera hecho bien, no se le habría colado [al Ejército] un psicótico" ni se habría dado a un hombre con sus problemas "un Cetme con 39 balas". Así, sostiene que el Ejército es responsable subsidiario de los hechos porque Molero "era empleado suyo ". Y debe responder subsidiariamente de la indemnización que acuerde el tribunal para los familiares de los dos soldados asesinados: Ricardo Olivo y Luis Rodríguez, ambos de 19 años. Burgos tasó la indemnización en 25 millones para cada familia.El 22 de enero de 1992, José Antonio Molero (harto de que algunos veteranos le gastaran "novatadas", según su propio testimonio) abandonó la garita y se encaminó hacia el barracón donde dormían sus compañeros. A Olivo, que dormía en ese momento, le disparé en la cabeza. Contra Rodríguez efectuó dos disparos, uno le segó la aorta.

El fiscal, tal como había adelantado el jueves, tras la declaración de los psiquiatras, defendió que Molero debe ser condenado a 20 años de cárcel (10 por cada asesinato) y que tal pena debe cumplirla en un hospital psiquiátrico.

A su juicio, Molero cometió ambos crímenes con sus facultades mentales "muy alteradas", pero no "totalmente anuladas". Los abogados de los fallecidos demandaron al tribunal que imponga al acusado un total de 24 años de prisión (12 por cada crimen), y accedieron a que los cumpla en un centro psiquiátrico. Si, por ejemplo, dentro de seis años, los médicos entienden que Molero se ha recuperado, el resto de la condena debe cumplirla en la cárcel, explicó el fiscal. La defensa solicitó la absolución. En su opinión, Molero "es absolutamente imputable". Dejó a criterio del tribunal el tratamiento.

Ayer declararon el comandante médico del acuartelamiento y el soldado, licenciado en psicología, que examinó a Molero poco después de incorporarse a la mili. Éste recordó que apreció en Molero "una psicopatología menor", por lo que, en el informe que elevó a sus superiores, no consideró necesario, en ese momento, que fuese "rebajado de armas", aunque sí sometido a un seguimiento.

El comandante médico indicó que, al conocer el informe sobre Molero, dialogó con él. "Me dijo que era una persona de pocos amigos, pero que los estaba haciendo en el cuartel". No le rebajó de armas porque el informe "recomendaba" que se le destinase "a un servicio no estresante", lo que "no quiere decir que se le rebaje de armas". El fiscal señaló a los periodistas que, además del informe del soldado psicólogo, el Ejército disponía de otro examen mental que sí recomendaba "rebajarle de armas".

Un muchacho infeliz y solitario

Durante los dos días que ha durado el juicio, la mente de José Antonio Molero parecía perdida, ajena al repaso que, desde el estrado, hacían unos y otros de su existencia. Su mirada expresaba ausencia y sus oídos rechazaban escuchar de nuevo lo ocurrido la gélida noche en que abatió a sus dos compañeros.Dos de sus profesoras de niñez aportaron ayer nuevos datos sobre la infeliz infancia de José Antonio Molero. Coincidieron en definirle como un alumno "introvertido y solitario" que apenas se relacionaba con sus compañeros. "No tenía amigos, le recuerdo siempre solitario; todo lo más, tenía un solo amigo". "Es un pobrecillo hombre que ha sufrido mucho y cuya vida sólo ha conocido la vejación", señaló un psiquiatra. Los peritos interpretan su violenta acción en Peñagrande como una liberación interior. La prematura muerte de su padre (un ser al que quería mucho) cuando Molero era aún un niño influyó también en su desangelada existencia posterior.

Si no en el ámbito penal, el fiscal cree que el Ejército sí tiene parte de responsabilidad, quizá por omisión, en el trágico desenlace.

Aunque el presidente del tribunal dejó claro que no se estaba juzgando al Ejército, un perito subrayó que a Molero se le había dado la oportunidad (la indefensión de las víctimas), el arma (el Cetme) y los motivos (las novatadas) para segar la vida de sus inocentes compañeros.

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