La parafernalia de la cumbre de Tokio

Si la cumbre del Grupo de los Siete que ha comenzado en Tokio tuviera que ser juzgada por las apariencias, seguramente se diría que los líderes de las naciones más industrializadas del mundo se han reunido para tratar las grandes cuestiones internacionales de recesión, proteccionismo, guerra y no proliferación nuclear. Pero las apariencias engañan y a menudo es grande la parafernalia pero no los resultados. Los líderes del G-7 se encuentran en un estado lamentable. Su anfitrión, Kiichi Miyazawa, está sumido en un escándalo político interno y ha perdido una moción de confianza. ( ... ) El canciller Helmut Kohl es profundamente impopular en Alemania, una nación infeliz consigo misma y con él. El presidente Mitterrand está encerrado en una miserable cohabitación con sus enemigos políticos. ( ... ) John Major lleva consigo el estigma de haber obtenido los peores resultados de popularidad en su país. En cuanto a Kim Campbell, la nueva primera ministra de Canadá, no parece que vaya a durar mucho. Lo mejor que se puede decir del primer ministro italiano, Carlo Azeglio Ciampi, es que nunca se propuso una carrera política. ( ... ) Queda Bill Clinton, que, después de un comienzo terrible, ha conseguido mejorar en los sondeos de opinión. ( ... ) El G-7 se ha convertido en una gran parafernalia y poco más. No sería mala idea que los comunicados de la cumbre se hubieran escrito ya. 7 de julio