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Tribuna:A LA INTEMPERIE
Tribuna
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Julio, lunes y la gente en casa

Juan José Millás

Bu eno, pues ya es julio y lunes y no ha pasado nada. O sea, que la gente parece que no se ha ido, a pesar de la operación de salida. No la busques, pues, en Benidorm, pero tampoco en las rebajas. Yo estuve la semana pasada en las rebajas, buscando a la gente, y no la vi. Miré también en varios restaurantes donde solía reunirse, pero permanecían vacíos y con uno o dos tenedores menos en la fachada. Fui a Andrés Mellado y pregunté si alguien había visto pasar a la gente por allí, y me dijeron que no, porque cuando pasa la detienen.Había muchas personas en el Reina Sofía, pero gente, lo que se dice gente, no. Entonces me fui al Thyssen para celebrar la adquisición, y me di cuenta del braguetazo que dimos el día en que Tita se casó con el coleccionista. En cien años no damos otro golpe como ése, de manera que ha valido la pena, aunque nos hayamos tenido que casar todos un poco con el varón. A mí no me importa: parece un hombre de muy buenas maneras y estoy familiarizado con su apellido de verlo en los ascensores.

También estuve en algunos ascensores para ver si se había encerrado allí la gente, y tampoco. Para mí, los mejores ascensores son los Thyssen, y después, los de Boetticher y Navarro. Si no hay ascensores de esos, no subo. Por cierto, que a ver si le sacamos algo también al señor Boetticher, aunque tengamos que casarnos con Navarro.

Entonces pensé qué quizá la gente saldría por la noche, así que me fui a buscarla después de cenar. Recorrí Serrano y la Castellana, subí hasta Callao, y nada. En Santo Domingo me encontré con un conocido y le pregunté dónde estaba la gente.

"Hay personas por aquí y por allá, pero gente, gente, no he visto".

"Pues en algún sitio tiene que estar".

"¿Has mirado en el pub de Santa Bárbara?".

Fui al pub y el camarero me dijo que la gente debía estar a punto de llegar; tomé tres copas y fumé diez cigarrillos, sin que apareciera nadie. Después hice varias llamadas telefónicas, pero la gente, desde lo del contestador, ya no coge el teléfono; total, que no hay manera de saber si está o no está. En cualquier caso, la gente que está es porque no tiene dónde ir, aunque la que no está es porque no tienen dónde quedarse. Nadie es feliz.

El que sí está, porque no tiene otro sitio donde ir, es el general Fernández Monzón, que el otro día dijo por la radio que él no es ni un niño ni un tonto. No hay más que ver la opinión que le merecen los niños y los tontos, además de la sutil relación que establece entre unos y otros, para comprender que tenga algunos problemas en el desempeño de su cargo. Se cree muy listo.

Me encontré con unos asturianos que habían venido a Madrid con tiendas de campana para protestar por la reconversión, y les pregunté qué tal se estaba portando la gente con ellos.

"Todavía no ha llegado", me dijeron, "pero debe estar al caer".

Me quedé un rato, pero la gente no cayó. El que tampoco callaba era el general Fernández Monzón: no hacían otra cosa que emitir declaraciones suyas por la radio. A lo mejor eran las mismas, porque volví a oírle decir lo de los niños y los tontos. Daba una versión surrealista de su reunión con el alcalde para demostrar que no se sentía desautorizado, y es que si se hubiera sentido desautorizado habría tenido que dimitir, y tampoco es eso. Me fui sin que la gente hubiera llegado y cogí un taxi en Ríos Rosas. Le pregunté al taxista si él sabía dónde estaba la gente, y me dijo que en casa, por la crisis. Así que julio, lunes, y la gente en casa. Qué verano.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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