ETA mata a 7 personas y hiere a otras 25
La banda terrorista reanuda sus crímenes con la explosión de dos coches bomba en el centro de la capital
ETA segó en la mañana de ayer en Madrid la vida de seis militares y un civil que viajaban en una furgoneta al hacer detonar a su paso un potente coche bomba (40 kilos de amosal) en la confluencia de las calles de López de Hoyos y de Joaquín Costa. La bomba causó 22 heridos, incluidos dos niñas y un niño - en estado grave o muy grave- que esperaban su autobús escolar. Una hora después, un Ford Fiesta estalló ante el número 85 de la calle de Serrano. Esta segunda bomba hirió a tres personas, con lo que se alcanzaba la cifra de 25 víctimas no mortales. ETA reapareció en Madrid -su última acción databa de diciembre de 1992, con un muerto y tres heridos- para probar que sigue activa y acallar sus disensiones en un especial contexto: descenso electoral de HB, condena del ex número uno de ETA Pakito, en Francia, y negociación de un Gobierno de coalición del PSOE con nacionalistas vascos y catalanes.
Madrid. 8.15 horas; glorieta de López de: Hoyos. Una furgoneta Mercedes de color blanco llega a la plaza. Había salido a las 7.30 de la mañana de Alcalá de Henares, localidad situada a 30 kilómetros de Madrid donde residían sus ocupantes. A bordo viajaban, además del conductor civil, un capitán de fragata, dos tenientes coroneles del Ejército, dos tenientes coroneles del Aire y un sargento de Marina. Era su ruta habitual. Desde la plaza, la furgoneta solía seguir por la calle Joaquín Costa para girar a la izquierda en la Plaza de la República Argentina y entrar en la calle de Vitrubio. Al final de dicha calle, esquina con Castellana, se encuentra el Estado Mayor de la Defensa (Emad).Como medida de protección llevaba una matrícula -M-2431 -MT distinta de la suya, ET-9136-C. Vano intento. Los etarras presencian su llegada a la plaza. Allí se halla estacionado un Opel Corsa, robado, con una poderosa carga mortífera: 40 kilos de amosal. Al paso de la furgoneta, activada a distancia, estalla. Impacta brutalmente en la furgoneta y en transeúntes y vecinos de la zona, muy concurrida a esa hora.
La explosión es oída a ochocientos metros de distancia, en la calle de Serrano, escenario una hora después de un segundo atentado. El portero del número 85 de Serrano sintió que el suelo cedía durante unos segundos. Algunos de los ocupantes del furgón militar volaron por los aires y quedaron tendidos en la calzada del paso elevado, a cuatro metros de altura sobre la glorieta.
"Fue horrible. Todos los cristales de alrededor estaban rotos. Un árbol arrancado de cuajo y unos siete u ocho coches atravesados en el asfalto. Todo era confusión. Vi a un hombre muerto, el furgón ardiendo y miradas de desesperación", afirmó un testigo. Los micrófonos de Antena 3, cuya sede está próxima a dicha glorieta, recogieron la deflagración.
"Era dantesco ver aquello, y te quedas impresionado. Los cadáveres estaban irreconocibles", declaró Ramón Sáez, titular del Juzgado de Instrucción número 38 de Madrid, que acudió a las escena del crimen múltiple para el levantamiento de los cadáveres. Tan desfiguradas estaban las víctimas mortales que hubo que numerarlas para que pudieran ser identificadas posteriormente en el Instituto Anatómico Forense. Murieron los seis militares que viajaban a bordo de la furgoneta y el civil que la conducía.
La potente carga del cochebomba hirió gravemente a otras 22 personas, incluidos tres niños que esperaban el autobús escolar en la zona: Juana Cañizo Canto, de ocho años; su hermana Gabriela, de 15, y Luis Gabarda Durán, de siete. Varios edificios quedaron seriamente dañados y fueron desalojados.
Una hora después, a las 9.15, estalló un Ford-Fiesta rojo, con matrícula falsa M-0050-IX, robado en Madrid en 1992. La carrocería roja del vehículo -que saltó seis carriles de la calzada al estallar- lucía la siguiente pegatina: "Yo amo Madrid". Este segundo artefacto, de menor potencia que el anterior, dejó en estado muy grave a una joven de 28 años, Carmen Redondo Prado, y a Miguel Alvero Suárez, de 26. Un tercer herido, Genaro Prieto, sufrió heridas leves. La policía cree que esta segunda explosión tenía como objetivo borrar todo rastro de las huellas de los terroristas en el vehículo.
Este segundo atentado, sin embargo, provocó una amplia alarma al producirse en un punto equidistante entre las embajadas de Estados Unidos y Francia y frente al despacho del hijo de Antonio Hemández Gil, ex presidente de Consejo General del Poder Judicial que sufrió un atentado de ETA. El Ministerio del Interior había alertado sobre posibles atentados.
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