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LA NUEVA LEGISLATURA

El temor al fracaso económico frena a CiU y PNV

Pujol y Arzalluz recelan del Gobierno de coalición ante la austeridad de los próximos presupuestos

Transcurridas unas horas desde que el presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, y el del PNV, Xabier Arzalluz, se entrevistarán con el jefe del Gobierno en funciones, Felipe González, la favorable impresión que a ambos les causó el líder socialista se ha diluido para dejar paso a un análisis que les aleja de la fórmula de Gobierno de coalición. El temor a ser copartícipes de un posible fracaso en la gestión económica agarrota a los nacionalistas. También temen que estalle abiertamente la división interna del PSOE y que la estela de las acusaciones de corrupción persiga a sus posibles socios.

Todos estos factores contribuyen a que aumente la desgana de los nacionalistas por entrar en un Gobierno del PSOE. Pero en la balanza pesan también la llamada a la. responsabilidad de gobernantes, que, con vehemencia, les trasladó Felipe González; la coincidencia absoluta en el diagnóstico de la situación, la identidad sobre el proyecto europeo y el reto histórico de involucrarse en el Gobierno de España. Muy importante todo ello, aunque etéreo si se compara con la frialdad de la cuenta de resultados, señalan con pragmatismo interlocutores nacionalistas.El jefe del Ejecutivo en funciones y todos sus ministros se encontraban ayer ajenos a las reflexiones de los nacionalistas catalanes y vascos, y mantenían un razonable optimismo, fruto de la buena disposición mostrada por Jordi Pujol y Xabier Arzalluz.

Después de estas dos entrevistas, los comentarios en el entorno del presidente González son unánimes: "Es posible, es más que posible, un Gobierno de coalición".

Ciertamente, Pujol y Arzalluz salieron tocados de la entrevista con González. A juzgar por los comentarios de los líderes nacionalistas, parece que en esas reuniones se produjo un redescubrimiento del político socialista.

"Hombre de Estado", "acierto en los análisis", "rigor en los planteamientos" son algunas de las apreciaciones que políticos próximos a Pujol y Arzalluz desgranan sobre González. Además, y no menos importante, destacan la extraordinaria afabilidad y deferencia en el trato que el anfitrión les dispensó.

No es que Pujol y Arzalluz ocultaran a González sus muchas objeciones a entrar en un Gobierno de coalición. Ni mucho menos. Es más, casi todo fueron pegas. Lo que ocurrió fue, según reconocen fuentes nacionalistas, que González iba dando respuesta a todas las objeciones e incluso ofrecía la correspondiente solución a los problemas planteados.

Un día después, tanto a Pujol como a Arzalluz -más claramente expresado por el último- se les ha caído encima la gravedad de la situación económica que se expuso en La Moncloa. "Más grave de lo que la opinión pública puede suponer", indica Arzalluz.

Las cuentas no salen

Estos políticos piensan en los austeros Presupuestos del Estado que, hay que elaborar y en las contradicciones que podrían desatarse en torno a ellos. "González quiere mantener a toda costa la política social -pensiones, susbsidio de desempleo, mejora en la Sanidad y en la Educación-, pero no hay ingresos suficientes, por lo que las cuentas no van a salir", señalaba un interlocutor del PNV.

Los nacionalistas catalanes y vascos temen, por encima de todo, que estos próximos años se salden con. un estruendoso fracaso en la política económica, y que para la historia queden como corresponsables del fiasco. No creen en una perspectiva de recuperación económica inmediata, y esto les atenaza.

Desde sus respectivos territorios, los políticos nacionalistas hacen el siguiente análisis: "El panorama es el mismo que hace tres meses, y eso no podemos olvidarlo: la situación económica es mala, y va a ser peor. Por añadidura, no sabemos qué va a ocurrir con el PSOE hasta después de su congreso, y es posible que continúen las investigaciones y las acusaciones de corrupción hacia nuestros posibles socios".

Lo que diga Pujol

CiU y PNV convergen en su análisis, aunque en el caso de los nacionalistas catalanes hay que añadir características propias. En las filas de Convergéncia, los proclives al acuerdo y los detractores siguen siendo los mismos antes y después de la entrevista entre Pujol y González, aunque al final pesará lo que diga el presidente de la Generalitat.

Pujol, una vez que reúna esta semana a los órganos de dirección de su partido y al comité de enlace con Unió, dará -previsiblemente el jueves- una respuesta a Felipe González. Ayer, confirmando sus recelos a un Gobierno de coalición, subrayó que para asegurar la gobernabilidad del Estado hay otras formas de colaborar. "Para ayudar a que el país vaya adelante, evitando que el Gobierno sea demasiado débil, hay diversas maneras de hacerlo, tal y como dijo Arzalluz", apuntó en Gerona.

Pero la incógnita se mantiene. Tanto que el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, ha pedido "paciencia" y "calma" para que los interlocutores de González reflexionen. Serra desea que no haya "interferencias externas" sobre Pujol y Arzalluz, que tienen previsto volver a La Moncloa la próxima semana.

Desde luego, por parte de los nacionalistas no parece existir en estos momentos voluntad de prestar sus oídos a los requerimientos incesantes del PP, y en concreto de su presidente, José María Aznar. El portavoz parlamentario popular, Rodrigo Rato, despliega estos días una intensa actividad para conseguir el apoyo de los nacionalistas a fin de desbancar a los socialistas de los principales puestos en la Mesa del Congreso y de las comisiones. Por si sirve de presión psicológica, Aznar augura públicamente que González no conseguirá un Gobierno de coalición ni cualquier otra fórmula "estable".

Siempre hábil, Jordi Pujol atendió el pasado sábado la petición de José María Aznar de entrevistarse con él aprovechando la estancia del mandatario catalán en Madrid. Le recibió en la delegación de la Generalitat. Aznar ha telefoneado a Arzalluz para concertar una cita, pero todavía no le ha encontrado.

Presidente, ¿tú que piensas?

Los dos Consejos de Ministros celebrados después de las elecciones -el último, anteayer- estuvieron dedicados casi en exclusiva a la política de alianzas. En la primera reunión del Gabinete, el presidente en funciones, Felipe González, pidió a los ministros que expusieran su opinión sobre lo que había que hacer a la vista del resultado electoral. Al final, también lo hizo él, a requerimiento del titular de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga.Uno a uno, los ministros fueron tomando la palabra. Estaba claro. La oferta de alianzas había que dirigirla hacia CiU y el PNV. Todos se mostraron a favor de esta posición y sólo la responsable de Asuntos Sociales, Matilde Fernández, recordó que debían estar preparados para arrostrar críticas por preferir a los nacionalistas antes que a Izquierda Unida. Varios ministros precisan que su compañera no rechazó el acuerdo con los nacionalistas, sino que alertó sobre las posibles críticas.

A este respecto, miembros del Gobierno estiman que nadie puede llamarse a engaño dado que durante la campaña Felipe González dejó muy claro que el entendimiento con IU iba a ser "difícil" y en tanto que ya existía de antiguo la práctica de colaboración con los nacionalistas.

"¿Y tú, presidente, qué piensas?", le dijo Solchaga. González no dejó dudas respecto a su preferencia sobre un Gobierno de coalición con PNV y CiU. No obstante, mencionaba permanentemente la necesidad de que la federación que preside Julio Anguita no sea ajena al pacto social.

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