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Los seguidores de Yeltsin comienzan a preparar alianzas para potenciar el reformismo en Rusia

Pilar Bonet

La campaña hacia unas elecciones legislativas el próximo otoño adquiere intensidad en la Federación Rusa, a pesar de no haberse aprobado una ley electoral y del resultado del referéndum del 25 de abril, que dio al' actual Parlamento el derecho a permanecer en activo hasta el fin de su mandato en 1995. El clima preelectoral despierta ambiciones y rivalidades personales entre los seguidores de Borís Yeltsin, que se han puesto ya a crear partidos o bloques para integrar a todas las fuerzas reformistas. Un sector clave en la batalla por el Parlamento son los empresarios.

Un nutrido grupo de hombres de empresa celebró ayer en Moscú el primer Congreso de la Asociación Estatal de Empresarios por una nueva Rusia. Entre sus promotores está el economista Grigori Yavlinski, considerado uno de los presidenciables del posyeltsinismo.Yavlinski, que fue partidario de mantener el espacio económico de la antigua URSS, criticó ayer duramente la política del Gobierno y manifestó que sin resolver la estructura federal de Rusia no se podrá aprobar una Constitución. Junto a Yavlinski, en calidad de invitado al Congreso, estaba el viceprimer ministro, Serguei Shajrai, uno de los artífices del proceso constitucional ruso y otro de los "presidenciables", según deseo francamente expresado por él mismo. Shajrai ha anunciado que va a formar su propio partido, el Partido de la Unidad y Acuerdo de Rusia (PRES).

El viceprimer ministro está en una situación algo delicada, debido al incidente ocurrido el 16 de junio entre Yeltsin y las repúblicas rusas al concluir la primera fase de la Conferencia Constitucional. Al leer la declaración final, Yeltsin omitió dos párrafos, previamente pactados, que garantizaban a las repúblicas unos derechos privilegiados. Shajrai puede verse en apuros con Yeltsin si la Constitución se atasca a causa de conflicto con las repúblicas, ya que el viceprimer ministro ha defendido la idea de basar la estructura de poder en la Federación Rusa en unas unidades administrativas poco dispuestas a ceder el terreno conquistado.

"El pueblo quiere que el presidente tenga mi estatura y otras cualidades", afirmó el corpulento Yeltsin, respondiendo, el sábado, a la pregunta sobre a quién querría ver como su sucesor. Los comentaristas políticos gustan hoy de interpretar la frase como una alusión a Shajrai, que es de baja estatura. Sobre el presidente pueden haber influido unas declaraciones de Yuri Skókov. El recién cesado secretario del Consejo de Seguridad considera desagradable que Shajrai haya afirmado que "será presidente", mientras Yeltsin vive. Shajrai, dijo Skókov al diario Nezavísimaia Gazeta, "empuja al presidente a pasos muy radicales, de los que no responderá Shajrai, sino Yeltsin".

El PRES, que busca apoyo en las regiones, tiene por divisa la economía de mercado con una orientación social, el federalismo y la autogestión local, y puede integrarse en un bloque preelectoral con otras fuerzas políticas. Uno de esos bloques es el que está formando el ex secretario de Estado, Guenadi Búrbulis, junto con altos funcionarios y antiguos funcionarios estatales.

En otro bando distinto se prepara para las elecciones el vicepresidente de Rusia, Alexandr Rutskói, quien va a dar prioridad a su imagen de militar.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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