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VISITA DEL PAPA

El Papa recupera el tono pastoral moderado al concluir su viaje

Juan Pablo II repasó durante la jornada de ayer, la última de su visita a España, temas ya tratados en días anteriores, como la importancia de la disciplina en los seminarios, el celibato del clero, la primacía de los valores familiares, la condena del aborto, el derecho a la educación católica y la "necesidad apremiante de la nueva evangelización" de una sociedad "que da muestras de desorientación y desencanto". Pero lo hizo en un tono menor, más moderado y pastoral, reducido al ámbito interno eclesiástico.

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Esto vale incluso para el discurso que dirigió al cuerpo diplomático, apenas relevante con respecto a los momentos dramáticos que vive el mundo. Dos referencias a la "armonía dentro de la pluralidad" con mención de Fray Francisco Vitoria, en calidad de mentor de esta idea, y al V Centenario del Descubrimiento de América; la afirmación de los esfuerzos de la Iglesia por fomentar el diálogo entre cristianos, musulmanes y judíos, como base de un arreglo del conflicto en Oriente Próximo, y la propuesta reiterada de que el derecho internacional adquiera una capacidad de coerción fundada en el consenso sobre la protección de los derechos humanos, fueron los ejes de su mensaje.La visita del Papa a España concluyó así en un tono moderado que recordaba al de sus intervenciones del primer día en Sevilla, cuando un Juan Pablo II cansado evitó los problemas temporales.

Con sus tirones de manga al Gobierno, el pasado domingo, por los problemas de la corrupción y el paro, y con el decidido llamamiento a la movilización de los católicos en torno a temas políticos que lanzó en Huelva el lunes, el papa Juan Pablo II no incitó a la creación de un partido democristiano español, como han sostenido observadores italianos, pero estuvo cerca de hacerlo.

La distancia infranqueable que separa a estas dos interpretaciones del mensaje papal es el hecho de que la política española carece de tradición confesional, hasta el punto de que un partido de ese tipo resultaría inviable.

El efecto más probable de los discursos del papa Wojtyla será un reforzamiento de los movimientos católicos sobre el aborto, la enseñanza y otras cuestiones, con consecuencias no necesariamente positivas para la armonía civil ni para el análisis de los problemas pendientes.

Lo perturbador del mensaje actual de este Pontífice no son los fracasos sociales que denuncia, sobre cuya identidad cabe un consenso matizado, sino su afirmación de que la moral católica es la única vía de solución y de que dicha vía no avanza por la tibieza del creyente y la mala voluntad de otros hombres.

Es como cuando la Iglesia sostiene que el SIDA es el resultado de la depravación, potenciada aún más por los gobiernos que fomentan el uso del preservativo. Son simplificaciones que inducen al fanatismo, más que a la comprensión de la realidad y al buen entendimiento entre confesionales y laicos.

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