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CUARTA VISISTA DEL PAPA A ESPAÑA

La 'revolución' de Sevilla

La juventud pide la abolición de la 'mili' y reivindica la igualdad de derechos para la mujer ante el Papa

Fue la revolución. Los jóvenes progresistas dieron la nota a ritmo pop, rompiendo la ortodoxa música pía de sus colegas del Opus o de los Movimientos Catecumenales, que capitalizan los viajes pontificios con su espiritualismo. Participaron en el Congreso Eucarístico Internacional, clausurado ayer por Juan Pablo II, y redactaron el Manifiesto de la Juventud de Sevilla, de rompe y rasga. Están por la supresión del servicio militar y la igualdad de derechos para la mujer, incluso en la Iglesia. Y se lo hicieron saber al papa Wojtyla durante el único encuentro que mantendrá con los jóvenes en su cuarto viaje a España._Todo comenzó con el ritmo pop de la batería y la guitarra eléctrica. Era la noche del pasado sábado, en la plaza Virgen de los Reyes, poco antes de que el Papa saliera al balcón del arzobispado de la capital hispalense para saludar a los miles de jóvenes congregados. Los jóvenes cantaban; la letra era premonitoria del manifiesto. "Ya está bien de cuerpos danone, bonolotos, moda sport... Ya está bien de asesinar por patrias, por honor, por hectáreas, razas, pensamiento, religión, por economías de mercado sin razón, por imperios corrompidos, signos del terror. Ya está bien que el Norte pierda el norte por ladrón y que el Sur se hunda en el barro por inanición. Nos cargamos el planeta, dice la televisión, ¡con 'la chispa de la vida' gánese un millón", cantaban.

Después, la lectura del Manifiesto, presentado por una pareja de ambos sexos. Proponemos, dijo él, "que se suprima el servicio obligatorio a las armas y que la objeción de conciencia no sea una ex cepción, sino el camino normal en la vida del joven, camino de paz". "Esto es intolerable, están haciendo política en un encuentro con el Papa", exclamó un sacerdote, presumiblemente del Opus Dei, apostado bajo el balcón principal del Arzobispado, en el que después aparecería Juan Pablo II.

Ella continuó: "Proponemos que se termine la desigualdad entre el hombre y la mujer, y que la Iglesia rompa sus miedos y prejuicios, siendo modelo significativo para la sociedad". La bicha alimentada por la decisión de la Iglesia anglicana de aceptar el sacerdocio femenino acababa de saltar sobre el tapete vaticano. Los jóvenes sevillanos quieren que la, mujer, si lo desea, pueda ordenarse. "Pero ¿quiénes son?", se preguntaba una señora que acompañaba al sacerdote, atónita ante lo que escuchaba."Eran los jóvenes de las parroquias sevillanas, participantes en el Congreso y vinculados a la Delegación de Partoral de la diócesis. Los acólitos del Opus o del Movimiento Neocatecumental se habían desmarcado de la redacción del documento, que exhorta a los jóvenes a ser solidarios y críticos con el consumismo.

Juan Pablo II, en el balcón

Minutos después salió el Papa, sonriente y relajado, al balcón principal del arzobispado. Los jóvenes cantaron a coro el Juan Pablo, Segundo, te quiere todo el mundo y tocaron palmas por sevillanas. "Sois muy buenos...", pudo decir Wojtyla a los tres minutos. "Te queremos, te queremos, te queremos", cortaron los jóvenes. "Sois muy buenos y merecéis un agradecimiento", continuó el obispo de Roma. "Noooooo", respondieron. "Bien, entonces no merecéis un agradecimiento. Merecéis por los menos un deseo. Buenas noches", contestó. El diálogo concluyó 18 minutos después, con la sevillana del adiós; la que dice que algo se muere en el alma cuando un amigo se va.

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