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CUARTA VISITA DEL PAPA A ESPAÑA

Juan Pablo II evita referirse a los problemas de la sociedad en su primera jornada en Sevilla

El papa Juan Pablo II imprimió ayer un tono marcadamente pastoral a la primera jornada de su cuarta visita a España, iniciada en Sevilla. Evitó las cuestiones de orden temporal y rindió "homenaje a la gesta evangelizadora de España en el Nuevo Mundo". El rey Juan Carlos sí mencionó, en cambio, los problemas del terrorismo y la ex Yugoslavia durante su discurso de bienvenida, en el que recordó a la tercera víctima española en el conflicto de los Balcanes. Tales alusiones no tuvieron eco en la respuesta del Papa, que insistió en la cuestión del celibato y reivindicó la festividad católica del domingo.

"Viejos rescoldos de insolidaridad continúan avivando las llamas de las desavenencias y las luchas fratricidas en muchas partes del inundo, e incluso, con especial crueldad, en los confines europeos", afirmó don Juan Carlos en el aeropuerto de Sevilla, poco después de que el avión papal tomara tierra a las 11.05. El Gobierno estuvo representado por el ministro de Justicia, Tomás de la Quadra-Salcedo.El Rey continuó el tono de su discurso, centrándolo en el conflicto de los Balcanes, para aludir a la tercera víctima española, un teniente de la Legión: "Ayer mismo [el viernes], Santidad, recibimos con emoción y profundo dolor la noticia de la muerte de otro español, que dio su vida heróicamente cumpliendo nobles tareas humanitarias para aliviar los sufrimientos que hoy padecen los pueblos de la antigua Yugoslavia".Asistían al acto la reina Sofia; el presidente de la Junta de Anda lucía, Manuel Chaves; ocho cardenales, entre ellos, el secretario de Estado, Angelo Sodano, y los es pañoles Eduardo Martínez Soma lo y Antonio María Javierre, miembros de la Curia venidos con el Papa desde Roma; unos 30 obispos completaban el elenco de personalidades eclesiásticas. También presenciaron el recibimiento 200 o 300 católicos entusiastas.

"Vengo a celebrar con vosotros este misterio del amor eucarístico", dijo el Papa en su respuesta al saludo real. "Deseo también rendir homenaje a la gesta evangelizadora de España en el Nuevo Mundo", añadió tras recordar su primera visita a Sevilla en 1982. Al dirigir el rezo del ángelus desde un balcón de la Giralda, Juan Pablo II dijo a una plaza abarrotada que había venido para dar "esperanza, alegría y voluntad de superar obstáculos y continuar construyendo la sociedad nueva de la gran familia española", lo que evoca, como contexto, críticas a la secularización de la sociedad española vertidas recientemente por el Papa, que provocaron tensiones con sectores del Gobierno. Más precisas. fueron las referencias a ese mismo contexto durante la adoración eucarística que presidió acto seguido dentro de la catedral, que reunió a más de 100 cardenales y obispos.

El Papa abordó ahí "la nueva evangelización que el mundo entero necesita", y afirmó: "¡Qué importante es, en medio del actual ambiente social progresivamente secularizado, promover la renovación de la celebración eucarística dominical". El Papa alentó a fomentar las vocaciones misioneras y puso el dedo en la llaga de uno de los problemas de la Iglesia católica: los seminarios no están llenos. "Hacen falta muchas vocaciones sacerdotales y religiosa?, alertó.

"El descanso laboral dominical, el cuidado de la familia, el cultivo de los valores espirituales, la participación en la vida de la comunidad cristiana, contribuirán a hacer un mundo mejor, más rico en valores morales, más solidario y menos consumista", añadió el Papa.

Destinatario de recomendaciones específicas del Pontífice fue el clero, sobre todo durante la misa de ordenación de 37 diáconos que celebró por la tarde, en el Pabellón de Deportes, ante cerca de 10.000 personas. El Papa exhortó al clero de toda España a que respete el celibato y a que no se desvíe en su. predicación del Magisterio de la Iglesia. El papa Wojtyla llamó al clero a cuidar especialmente el sacramento de la confesión, venido a menos en los últimos años y realizado en numerosas parroquias españolas, particularmente las catalanas, de forma colectiva. Esto ha originado enfrentamientos entre el clero y los prelados.

El Pontífice acabó el día junto a miles de jóvenes que gritaban en la plaza de la Virgen de los Reyes "Qué maravilla, el Papa está en Sevilla", a lo que Juan Pablo II respondió: "La maravilla es Sevilla". A las 21.30, visiblemente cansado, se retiró a descansar al Palacio Arzobispal.

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