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ELECCIONES 6 JUNIOEL ESTADO DE LA NACION

Pactar con un adversario frente a otro mayor

Los nacionalistas tienen mas oportunidades que IU de condicionar el futuro Gobierno

De los dos líderes que aspiran a ganar las elecciones, José María Aznar tiene ante sí el desafío más vertiginoso de todos: dar un impulso de siete leguas al respaldo electoral de su partido y rematar la operación de acceso al poder, acto seguido, mediante un acuerdo con los nacionalistas catalanes, canarios o vascos. Algo parecido al triple salto mortal. "No haré pactos a cualquier precio", se ha limitado a anunciar el presidente del PP, mientras que Felipe González ha repetido que no quiere ser un jefe de Gobierno "hipotecado".Hay quien dice de González que cuenta con cierta experiencia en coaliciones, porque lleva años arbitrando entre guerristas, neoliberales y renovadores del PSOE. Pero nada tiene que ver la dureza de los países donde las alianzas son un auténtico problema con la estabilidad de que ha gozado el presidente del Gobierno durante un decenio.

Paradójicamente, esta clase de solidez ya no se considera un hecho positivo en España. Tras el ejercicio concienzudo del rodillo, hoy surge la demanda social de mayorías menos amplias. Ese sentimiento coexiste, sin embargo, con la preferencia por un Gobierno sólido para enderezar la situación económica. Que haya Gobiernos sólidos sin mayorías claras no es otra cosa que la cuadratura del círculo.

Salvo sorpresas mayúsculas, todo apunta a que las elecciones sólo proporcionarán los ingredientes para cocinar una nueva mayoría. Las situaciones dependen de los diputados que obtenga el principal partido:

Menos de 140 escaños. Ésta es la peor de las hipótesis, desde el punto de vista de la gobemabilidad. Si ningún partido alcanza los 140 escaños, la salida teórica, puede ser una gran coalición de los dos más importantes. Justificar un acuerdo semejante resultaría difícil para el PP, después de haberse presentado como alternativa de poder, y es casi imposible que el partido socialista se comprometa.

Entre 140 y 165 escaños. Si el PSOE o el PP -o ambos- se sitúan en esa franja, es la gran oportunidad para que los nacionalistas catalanes puedan ejercer el papel decisivo, pactando bien con los socialistas, bien con los populares. También los nacionalistas vascos tendrían su oportunidad. En caso de que esos apoyos resultasen insuficientes, Izquierda Unida podría ayudar al PSOE, mientras que al PP no le quedaría otro remedio que negociar con la Coalición Canaria u otros grupos regionalistas.

Más de 165 escaños. La posibilidad de que el PSOE o el PP superen ese listón proporcionaría un claro ganador, además de un fuerte golpe psicológico, después de que las encuestas han pronosticado empate o lucha cerrada. Se repetiría así la situación que ya ocurrió con Adolfo Suárez en 1979. No obstante, la gobernación del Estado no puede garantizarse sólo con 165 escaños. UCI) falleció después de moverse en tomo a esa cifra. En el supuesto de cierta igualdad de voto entre PSOE y PP, dos detalles del sistema electoral contribuirán a que uno alcance la posición hegemónica. El primero es la prima de diputados al más votado, que ha favorecido hasta ahora al PSOE, pero beneficiará al PP si es el más votado (véase gráfico).

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Y en segundo lugar: si ambos partidos obtienen un respaldo similar, la derecha gana en escaños. Porque el PP domina las provincias castellanas, así como Ceuta y Melilla, distritos todos ellos donde la proporcionalidad es escasa debido al bajo número de escaños en disputa. Con unos pocos votos mas, el PP se llevaría una prima de seis a ocho escaños.

Si a pesar de todo nadie se acerca a la mayoría absoluta, hay que formalizar pactos entre varias fuerzas. Los gabinetes minoritarios duran en Europa una media de año y medio, frente a los cerca de cuatro años que alcanzan los de mayoría. La duración de los gabinetes españoles de la UCI) sólo puede compararse con los más breves de Italia, Holanda o Bélgica (ver gráficos).

Ni González, ni Aznar van a -arriesgarse a gobernar en minoría. Con ministros de otros partidos o sin ellos, el jefe del Ejecutivo necesita asegurarse una mayoría parlamentaria para sostenerse, tanto si se sientan en el Consejo de Ministros representantes de partidos como si son personas independientes.. En la muy estable Alemania, Helmut Schmidt sólo aguantó unos meses en situación parlamentaria de minoría, hasta ser apeado de la cancillería por una moción de censura encabezada por Helmut Kohl, que inició así un mandato que ya ha sobrepasado en duración al de Felipe González.

El candidato del partido socialista se ha cerrado las puertas respecto a un acuerdo con Izquierda Unida, pese a que existe un antecedente de pacto socialista-comunista claramente favora ble al PSOE. Estuvo vigente desde 1979 a 1983 y puso en manos de ambas fuerzas 1.800 municipios de España, en los que residía el 70% de la población. Los resultados fueron capitalizados por el PSOE en las siguientes elecciones, después de que el aparato carrillista que dominaba el PCE liquidara a su propio equipo municipal.

Un acuerdo entre los socialistas e Izquierda Unida es verosímil para bloquear una mayoría del PP con otras derechas nacionalistas y regionalistas. Por el contrario, resulta mucho más difícil imaginarlo para la construcción de un Gobierno efectivo. Arrebatar a los nacionalistas el, protagonismo de la próxima legislatura, en beneficio de un gobierno de izquierdas, no sólo contaría con fuertes reservas en muchos círculos económicos y financieros, sino que potenciaría las operaciones para acercar más al PP y a los nacionalistas. Un Gobierno PSOE-Izquierda Unida puede ser 'aritméticamente posible, pero Felipe González se ha puesto ese límite a sí mismo.

Las 'bisagras'

La crisis crónica del centrismo ha borrado del mapa la bisagra entre conservadores y socialistas. A estos efectos es interesante observar las artes empleadas por el PP. Como presidente de Castilla y León en minoría, Aznar montó una coalición con el Centro Democrático y Social (CDS) que animó el trasvase de cuadros y electores centristas hacia los populares. En las elecciones siguientes, el CDS de Castilla y León descendió desde 18 a 5 escaños y los populares alcanzaron la mayoría.

. Esa estrategia ha sido proyectada a todo el territorio español: 1,6 millones de ciudadanos que votaron. al CDS en las legislativas del.989 bien valen buscar el apoyo ¿le ex ministros centristas, completamente apartados de la vida pública desde hace muchos años, y los esfuerzos del PP por moderar el discurso. José María Aznar Eta trabajado en serio para sumar esos 1,6 millones de votantes a sus propias fuerzas y ahí reside una de sus grandes posibilidades de éxito.

Por exclusión, la hipótesis más probable para el día siguiente consiste en la alianza de partidos nacionalistas con la fuerza que disponga de más escaños, una situación ya proba da en el País Vasco entre el PNV y los socialistas. Para el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, es más práctico entenderse con el PSOE. Sin embargo, tendría dificultades - para negarse a la alianza, con Aznar en caso de que sus votos fueran decisivos, debido a la participación de ambos en el Partido Popular Europeo (PPE).

Los populares nunca han contado para nada en los pactos alcanzados en Euskadi. Tampoco han desempeñado un papel relevante en Cataluña, donde la derecha no nacionalista jamás ha obtenido más del 8% de los votos en las autonómicas. Los socialistas nunca han participado en los Gobiernos de la Generalitat; su trozo de la tarta autonómica nunca ha bajado del 22% del voto, pero son menos competencia para CiU que los populares, porque sus electorados son diferentes. Los nacionalistas catalanes son los más decididos a convertirse en la bisagra. Una de las dificultades para esa operación procede del aparato socialista, en el que se aprecia temor a que las cesiones en beneficio de Cataluña perjudiquen a otros territorios con amplia clientela del PSOE. Esperar a que este partido resuelva sus diferencias internas -y eso no ocurrirá antes del Congreso de 1994- es uno de los argumentos al alcance de Jordi Pujol para aplazar una decisión.

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