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Tribuna:ELECCIONES 6 JUNIO
Tribuna
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Omisiones de Aznar

VA A RESULTAR que a despecho de todos mis esfuerzos mentales y autorrepresivos contra todo instinto predatorio y espíritu agonístico, de toda mi racional execración del uso de la palabra como instrumento de combate y de mi consiguiente repudio radical del "debate electoral", la prostitución de la palabra y traición a su intrínseco principio de lealtad, entiendo yo más de esas perversas artes que quienes las aceptan y hasta aplauden como un "triunfo de la democracia" -cuando es precisamente su mayor degradació.Lo digo porque me parecen perfectamente ineptos y hasta tontos los que le reprochan al candidato del Partido Popular no haber sacado a relucir, en el segundo debate contra. el otro aspirante, el asunto de la corrupción. Esta cuestión -al menos para unos pueblos farisaicos como los modernos, infinitamente más sensibles al escándalo moral de los poderosos que a los descomunales pero legales o legalizados abusos del poder- era, sin duda, para decirlo en términos de póquer, un as o hasta una pareja de ases en la mano para la oposición. La falta de perspicacia de quienes le reprochan a Aznar el no haberlo hecho valer en la segunda ronda, consiste en no darse cuenta de que era una baza ya jugada hasta el agotamiento. Todas, absolutamente todas, las rentas electorales que el aspirante opositor podría jamás haberle sacado a ese as o pareja de ases estaban ya esquilmadas y aun sobreexplotadas hasta la saciedad incluso antes del primer debate. Los votos -sin duda más innumerables que los de cualquier otro argumento- que podrían reportarle semejante baza -indudablemente fructuosa hasta la desmesura, por no decir hasta la injusticia- ya los tenía ganados, hasta el punto de que era, con mucho, la partida más fuerte de su capital electoral. La carta o cartas de la corrupción, o -por sintetizarla en un nombre "emblemático", como ahora gusta de decir- de Filesa, ya las habían jugado a favor de la candidatura del Partido Popular hasta el aburrimiento y la putrefacción los periódicos y desde éstos el clamor popular de boca en boca, al punto de que habrá pocos españoles que no conozcan el talismánico nombre de "Filesa"; y un naipe, maguer se trate del as de diamantes o de oros -con todos entorchados de la acreditada y siempre benemérita casa de don Heraclio Fournier-, puede quizá exprimirse una segunda vez, como el hollejo de la uva, de donde salen ricos orujos y aguardientes, pero una vez que ha soltado esas últimas gotas de su linfa, ya no hay tu tía, y retorcerlo más es como estrujar resecos y crujientes pajones de rastrojo. Ya en el primer debate, lo más que pudo hacer Aznar con esas cartas no pasó de exhibir y pasear en triunfo una baza ya jugada y ganada hasta la extenuación, corroborando el pingüe dividendo electoral que había llegado a reportarle, pero sin pretender sacarle un solo voto más. Volver a pasear en la segunda ronda ese serodio as o par de ases, como algunos parecen haberle aconsejado, no habría sido sino una gravísima torpeza o una sobreactuación del todo contraproducente; habría sido menoscabar o hasta pudrir su triunfo, con enorme diferencia, más rentable. Los eternos tontos sospechan algún pacto previo para eludir el asunto de la corrupción; tal vez Aznar -aunque no me parezca, ciertamente, un descendiente de Aristóteles sea, con todo, algo más listo o avisado que sus consejeros, y haya entendido por sí mismo lo que yo, de haber sido su mentor, le habría prescrito.Cuando era presidente de Castilla y León leí en la prensa un comentario suyo sobre el caso de los GAL -que ahora, por no tener a mano el suelto recortado, no puedo reproducir literalmente- tan severo e intransigente, que a mí, sin saber todavía nada de él, me hizo decir: "Este hombre me gusta". Hoy, si no me equivoco, no ha tenido valor para sacarlo a relucir en campaña. Ha hablado de despilfarro, pero tampoco se ha atrevido a decir ni mú sobre lo de Sevilla o lo de Barcelona, porque al beocio público español ese supremo alarde de fasto y de incultura parece haberle complacido. No se ha oído tampoco una palabra sobre costosos embelecos culturales como el Instituto Cervantes o la Colección Von Thyssen, pero, sobre todo, no ha hecho, por lo que sé, mención del AVE, cuyo dispendio ha dejado a la Renfe en cueros vivos, y esto sí sé por qué; porque los puntos de vista del PP sobre la gestión ferroviaria son, más aún que los del PSOE, los de la rentabilidad: aspiran a poner. el precio de los billetes de tren a la altura de los costes reales de su uso y su manutención. Así que ante la hierba que se críe entre el balastro o ante el orín que se críe en los carriles de media red ferroviaria abandonada dirán, como los otros: "No tenía futuro".

Rafael Sánchez Ferlosio es escritor .

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