España y el socialismo europeo
Las elecciones españolas del 6 de junio conciernen a toda la Comunidad Europea. Su futuro depende en gran medida de la evolución del socialismo, y esta evolución se verá profundamente influida por la victoria o la derrota de Felipe González, cuya influencia alcanza bastante más allá de las fronteras de su país. Por otra parte, su partido es bastante más sólido que los de las otras dos grandes naciones del sur de Europa. Michel Rocard ha emprendido una ardua tarea al intentar poner fin a la guerrilla de las facciones internas del partido francés, en la que se desgarran como las tribus de una república africana. En Italia, el partido de Craxi ha hecho literalmente implosión a raíz de la revelación del alcance de las corrupciones de su jefe y del estado mayor que lo rodeaba.Los escándalos financieros no son verdaderamente importantes más que en este país, donde la Democracia Cristiana está tan involucrada como el PSI. Como en todas partes, los de la izquierda sorprenden más que los de la derecha, ya que ésta privilegia la búsqueda de beneficios mientras que la izquierda encarna la moralidad pública. Pero esta última no ha podido escapar del todo a la implacable crisis de valores fundamentales que impera en Occidente desde que un integrismo neoliberal puso por encima de todo el éxito en la competencia en el mercado económico. Así, las virtudes cristianas retomadas bajo una forma laica por las virtudes cívicas de la democracia, han sido sustituidas por lo que la Biblia llama el culto al Becerro de Oro.
En España, éste no ha pervertido realmente a los socialistas. Los casos de corrupción son aquí incluso más raros que entre los socialistas franceses, donde son escasos. En Madrid como en París, los medios de comunicación han magnificado los escándalos, porque los devaneos de una mujer virtuosa son más interesantes que los de una mujer fácil. Si la derecha ha parecido más honesta en ambos países desde principios de los años ochenta, es porque no ejercía el poder. Es más fácil preservar la honestidad cuando no se está sometido a la tentación, como recuerda el Padre Nuestro. De volver a verse expuesta, la derecha tendría serias dificultades para no ceder a ella más que la izquierda, que ahora es más precavida con los riesgos de la deshonestidad.
Por otra parte, algunos electores socialistas están decepcionados, tanto en España como en Francia, por el hecho de que su partido haya resultado más gestor que innovador a la hora de ejercer el poder. Esto explica la supervivencia de organizaciones comunistas o paracomunistas en ambos países, aunque la caída de las dictaduras del Este haya mostrado el fracaso de esa ideología tanto por lo que respecta a la eficacia económica como a las libertades democráticas. Todos los. partidos socialistas, más doctrinarios en la oposición, han tenido que volverse más realistas al acceder al Gobierno. Los del Sur han seguido así a los del Norte, que realizaron, antes su transformación hacia la socialdemocracia porque accedieron antes al poder. Todos se van haciendo gestores poco a poco, una vez que han logrado corregir los mecanismos de la competencia y del mercado mediante la Seguridad Social que los hace menos injustos, mediante la política coyuntural que atenúa sus desviaciones, mediante la formación de los trabajadores y la ayuda a la investigación que incrementa su dinamismo.
Todavía quedan progresos por hacer en España en estos diversos ámbitos. Pero, sobre todo, hay mucho por hacer en el plano europeo para impedir la regresión a que conduce la Comunidad al alejarse del gran mercado organizado que debería establecer, para sustituirlo por la zona de libre intercambio con que sueñan los británicos. Al evolucionar en este sentido, priva a los Estados de los medios de poder público desarrollados por el socialismo democrático, sin ejercerlos en su lugar. Favorece así la competencia social desleal, al brindar al sureste de Asia la posibilidad de, exportar a nuestro continente productos a bajo precio, gracias a la ausencia de Seguridad Social y a la exigüidad de los salarios. Así, hay empresas europeas que se ven obligadas a cerrar ante la competencia de las fábricas de Hong Kong, de Taiwan, de Corea, por no hablar de Japón.
Empieza a ser urgente que los países de los 12 Estados miembros elaboren un proyecto socialista concebido en el marco de la Comunidad, en función de una mundialización del capitalismo que vuelve totalmente obsoletas las perspectivas elaboradas por Marx a partir del capitalismo de 1860. Los ciudadanos empiezan a adquirir conciencia de este problema, alejándose de la moda neoliberal de los años ochenta. En Dinamarca hay un socialista al frente del Gobierno desde hace varios meses. En Alemania, en el Reino Unido, en Grecia, los sondeos sugieren la llegada de una mayoría socialista en las próximas elecciones. En Italia, el derrumbamiento de la coalición centrista permite prever su sustitución por una alianza en la que la izquierda tendría una posición importante, gracias a la evolución del antiguo partido comunista convertido en Partido Democrático de la Izquierda (PDS), hoy miembro de la Internacional Socialista y del Partido de los Socialistas Europeos en el Parlamento de Estrasburgo. La elección española no es separable de este contexto, cuya evolución contribuirá a orientar.
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