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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Indignación

Eran las 18.30. Terminaba de dar la merienda a mi hijo cuando, antemis estupefactos ojos, se sucedían las imágenes de la Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior

.nueva serie de dibujos animados que la cadena privada Tele 5 comenzó a emitir hace unos días dentro del espacio infantil Superguay.

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La serie titulada City Hunter (traducción efectuada como Cazador) es de origen japonés. Un tipo joven, atlético y de aspecto bobalicón se dedica a "hacer el bien en la ciudad", ayudando a personas desvalidas (no es policía ni detective privado, es decir, que se toma la justicia por su mano), y para ello se mueve dentro de los sectores más corrompidos de la ciudad: mafias organizadas que amañan combates de boxeo o que se dedican a la trata de blancas, camufladas siempre al amparo de negocios supuestamente honorables; gente mortecina y deprimida cuyo único consuelo es beber alcohol y doparse al mismo tiempo; gentes para las que matar es tan sencillo como apretar el gatillo del arma que llevan escondida en el bolso de mano o de la gabardina.

Daré dos detalles más: uno, degradante desde mi condición femenina: la cámara recorriendo una pierna de mujer desde el tobillo hasta el trasero y la cara del protagonista a un palmo del mismo, a punto de manosear y diciendo: "¡Qué culito tan lindo tienes!"; otro, tan violento y cruel como morboso: el tal cazador se dedica a hacer en su casa, con calma y rigor, una bala de oro que coloca cuidadosamente en su pistola con silenciador.

Según él mismo relata, la bala de oro se aloja directamente en el cerebro y no sale de allí, con lo que la muerte está asegurada. La víctima es un boxeador en el ring, al que su contrincante está dando una soberana paliza. En el último golpe que le asesta, y aprovechando el ruido del ambiente, nuestro cazador dispara: la imagen se congela, aparece la radiografía del cráneo. La bala entra por la sien, recorre el espacio hasta llegar a la otra sien, tropieza con el hueso del cráneo y lo astilla, quedando allí alojada. En ese momento, el contrincante, con toda la fuerza que ha podido, reunir, le pega un puñetazo en el mentón. .. En fin, es suficiente. Todavía se me revuelve el estómago recordándolo.

Me siento indignada. Por mi hijo. Por nuestros hijos. La solución no es apagar el televisor. ¿Qué es exactamente lo que estos señores han firmado en ese supuesto código ético que regulaba, entre otras cosas, la emisión de violencia dentro de los espacios infantiles? ¿Acaso los programadores no deberían supervisar con especial atención dichos contenidos? ¿Hasta cuándo hemos de permitir este uso y abuso del medio televisivo?-

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