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La flota de autobuses municipales no se renueva desde hace dos años

Javier Casqueiro

Hay 200 autobuses municipales que recorren a diario las calles de Madrid con más de 12 años a sus espaldas, la vida máxima que permite el Consorcio Regional de Transportes. Lo normal es que duren ocho años, para evitar inseguridad y contaminación. La flota no se renueva desde hace casi dos años y ya no se hará hasta después de las elecciones. El Ayuntamiento dispone de los 2.773 millones presupuestados para esta inversión, pero dos concejalías no se ponen de acuerdo en sus prioridades ecológicas.

La discusión no es sólo entre los máximos responsables de las concejalías de Circulación, José Antonio García Alarilla, y Medio Ambiente, Esperanza Aguirre, ambos del Partido Popular. Implica también al gerente del Consorcio de Transportes, Fidel Angialo, propuesto por el Gobierno socialista de la Comunidad, y al director de la Empresa Municipal de Transportes (EMT), Tomás Burgaleta, designado por el Ayuntamiento.Casi todos querrían que 200 nuevos autobuses normales, de combustible de gasóleo, como los 1.800 ahora mismo en circulación, estuviesen ya en la calle. Todos menos Esperanza Aguirre.

La capacidad de presión de los interesados tampoco es idéntica. Los dirigentes del consorcio son los que más empujan, con la comprensión del propio concejal de Circulación: "Yo querría que la adquisición se efectuase cuanto antes porque los autobuses hacen mucha falta".

La responsable municipal de Medio Ambiente ha apostado por forzar la máquina y el retraso a cambio de que sus compañeros de partido presentes, como ella, en el Consejo de Administración de la EMT estudien otras posibilidades más ecológicas. Aguirre recibió a primeros del pasado mes de abril una oferta de la compañía petrolífera Repsol para sustituir 200 autobuses de los movidos por gasóleo por otros propulsados a base de gas licuado de petróleo conocido como GLP (un derivado menos agresivo).

Oferta ecológica de Repsol

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Repsol se comprometía a financiar el gasto añadido (1,5 millones) que suponen los autocares de GLP con respecto a los de gasóleo (cuyo precio oscila entre 14 y 18 millones), así como los costes de transformación de las instalaciones en las cocheras. La compañía prometió también mantener el precio del GLP durante el contrato por debajo de las tarifas del gasóleo.

Grarcía Alarilla y Fidel Angulo no están a estas alturas para experimentos. Entienden que el pliego de condiciones redactado hace más de un año para la compra ya especificaba condiciones suficientes para asegurar una escasa incidencia medioambiental.

La decisión se postergó entonces también por culpa del Ayuntamiento, que provocó el debate sobre el grado de financiación que debía aportar al consorcio y la posterior restricción presupuestaria de las distintas administraciones. "A nosotros nos interesa el medio ambiente, pero en este caso no hay tiempo para pruebas. El pliego cumple perfectamente las exigencias técnicas de la Comunidad Europea, incluso las propuestas para 1996", explica Angulo.

"Demorar más tiempo esta compra es también una agresión a las condiciones ecológicas de Madrid porque supone mantener los viejos y rebajar la calidad de la oferta en los transportes públicos", ratifica el gerente del consorcio.

Aguirre espera convencer al alcalde y a sus compañeros de grupo: "La oferta de Repsol es muy ventajosa desde el punto de vista ecológico y económico, pero será el responsable del área el que decida". García Alarilla lo tiene claro: "Esto no se puede arreglar ya hasta después de las elecciones, cuando nos juntemos todos, pero de ninguna manera se optará por la solución de Repsol porque habría que iniciar de nuevo el proceso y cambiar el pliego".

La flota de autobuses de la EMT se renueva normalmente todos los años. En 1990 se compraron 241 autocares y en 1991 otros 300. Este mismo año se han adquirido 25 con la plataforma de entrada baja para facilitar el acceso a los minusválidos y a las personas mayores.

El presidente del Consorcio de Transportes y consejero de la Comunidad, Julián Revenga, inauguró ayer las obras de reforma de la estación de metro de Callao, que han costado 515 millones de pesetas y han durado 19 meses. El proyecto consiste en la mejora de los vestíbulos -triplicando su superficie- y de los accesos de las dos líneas de metro (3 y 5) que pasan por Callao. Esta estación es utilizada diariamente por unos 70.000 viajeros.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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