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Entrevista:

"La derecha es una máquina entrenada para destruir"

El líder de los socialistas catalanes asegura que el PP oculta un programa "temible", hecho a la medida de "una derecha despiadada y durísima que busca sin escrúpulos su beneficio propio". Rairnon Obiols admite algunos errores en la gestión socialista, pero reivindica la etapa González como la mejor de la historia contemporánea de España. Para el futuro, pone el acento en la distribución de la riqueza y la lucha contra la corrupción.

Aparentemente mejor dotado para el análisis político que para el cuerpo a cuerpo electoral, el primer secretario de los socialistas catalanes, Raimon Obiols, de 52 años, se ha estrellado tres veces consecutivas contra Jordi Pujol en las urnas autonómicas. No está dispuesto a intentarlo de nuevo. Obiols es uno de los principales teóricos de la renovación socialista y uno de los dos catalanes con silla en el comité estratégico del PSOE.

Pregunta. ¿Cómo juzga las primeras jornadas de campaña?

Respuesta. En toda campaña electoral se tiende a simplificar los mensajes, y en ésta tan polarizada, aún más. Es una campaña en rojo y negro. Y cada día que pasa está más claro que la derecha es una máquina entrenada para destruir. Como el mensaje del PP se reduce a la crítica destructiva, hay quien piensa que la derecha no tiene programa. No lo explica, pero sí que lo tiene, y es temible.

P. ¿Temible?

R. Sí, temible. El lema de la derecha es menos Estado. Es decir, menos protección social. Los ricos pueden prescindir del Estado, porque eso supone más negocios para ellos y menos protección para la mayoría. Mucha gente sabe, por experiencia histórica, que hay en España una derecha despiadada y durísima que busca sin escrúpulos su beneficio propio.

P. ¿No es eso apelar al voto del miedo?

R. En este país, al margen de lo que hagamos nosotros, el miedo a la derecha existe. En otros países, la derecha tiene tradición democrática, pero en España no.

P. Ofrecen ustedes un nuevo estilo de gobernar. ¿De qué se trata?

R. La reactivación económica que se avecina debe ser aprovechada por un Gobierno competente que combine el crecimiento económico con la redistribución social de la riqueza; un Gobierno abierto al diálogo social. Hay que hacer una rápida corrección de rumbo para emprender una lucha radical contra la corrupción en la vida pública. Frente a esta propuesta, está la actitud cancerígena del PP, que utiliza la corrupción como arma de destrucción política. Con la corrupción, lo único honesto es erradicarla.

P. Los socialistas admiten haber cometido errores, pero se abstienen de detallarlos.

R. Por descontado que hemos cometido errores. El que presume de tener un 100% de aciertos en la vida es un granuja y un sinvergüenza.

P. ¿Qué errores?

R. Sería de sinvergüenzas negar que ha habido fallos, pero me irrita que la derecha se atribuya todo lo bueno y nos impute todo lo malo.

P. ¿Podría detallar esos errores?

R. La valoración contrastada de nuestra gestión, que da un balance muy positivo, incomparable con cualquier otro periodo de nuestra historia contemporánea, está aquí. Junto a ello, no tengo empacho en reconocer que en algunas cosas no se ha actuado bien.

P. ¿A qué cosas se refiere?

R. Las hemos explicado y reiterado. Ya estoy un poco fatigado de explicarlas en público.

P. ¿Tan fatigado como para no ser más preciso en esta entrevista?

R. Bien, hay un par de aspectos. Hay que establecer un nuevo pacto social, un nuevo contrato social en España; un consenso para sumar crecimiento económico y redistribución de la riqueza. Tiene que haber más diálogo, más apertura. También hay que poner mucho más alto el listón de la transparencia en la gestión pública.

P. ¿Porqué proyecto vota el elector socialista: el de Garzón o el de Corcuera, el de Serra o el de Guerra, el de Obiols o el de Rodríguez Ibarra?

R. El socialismo español es un proyecto único, pero no monolítico, porque permite y necesita facetas contrastadas. Es el proyecto de una mayoría social que necesita que este país sea gobernado con solvencia y combinando la creación de riqueza con la redistribución social y territorial de la misma.

P. Estas elecciones serán cruciales para la renovación del PSOE...

R. El modelo de sociedad que proponemos, basado en la primacía del individuo sobre la Administración, en la democracia, en la subsidiariedad o federalismo y en los derechos sociales, debe ser renovado con fórmulas para redistribuir el empleo, para establecer otra relación entre economía y ecología y para lograr una recuperación cultural y moral de Europa frente a la alienación audiovisual. Todo esto va mucho más allá de estas elecciones.

P. En cuanto a la renovación interna del PSOE, un resultado electoral adverso podría animar al aparato, tan discreto en esta campaña, a pedir cuentas a los renovadores.

R. Comprendo que haya morbo por presenciar disputas ajenas, pero el partido socialista no dará satisfacción a ese interés. El debate siempre es bueno; confundirlo con disputas de poder es un reduccionismo.

P. Los sondeos revelan que el eventual pacto poselectoral que cuenta con más adeptos es el del PSOE con IU, pero González ya lo ha descartado.

R. Es imposible pactar con el anguitismo. Ellos son una izquierda de oposición y nosotros somos y queremos ser una izquierda de gobierno. Su programa sería tan desatroso como el de la derecha: no desballestaría el Estado del bienestar, pero lo llevaría a la quiebra.

P. Parece más posible un pacto entre el PSOE y CiU, el principal adversario de los socialístas catalanes...

R. La crisis de CiU sigue abierta. Roca no disimula que prefiere un acuerdo con el PSOE, pero Pujol aviva sus críticas contra los socialistas y mantiene un silencio benévolo respecto al PP. Pujol empezó definiéndose como socialdemócrata, pero hoy está mucho más cerca de la derecha española que del socialismo. Una eventual coalición PSOE-CiU sería creíble con Roca, pero imposible con Unió Democrática y con Pujol. Y no veo a Roca tan decidido a llevar adelante su ilusión de participar en un Gobierno de mayoría socialista, como para provocar una escisión en Convergéncia. En política, Roca siempre ha sido y será un número dos.

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