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Todos ocntra la hegemonía socialista

Lourdes Lucio

Entre marzo y mayo, José María Aznar escogió en 15 ocasiones Andalucía como escenario para sus actos electorales y como lugar de descanso. Aznar, tal vez influido por el sevillano Javier Arenas, vicesecretario general popular, se. ha pateado casi palmo a palmo una región de emblemática hegemonía socialista. El líder del PP ha celebrado cenas, mítines y conferencias de prensa en siete de las ocho provincias andaluzas, ha asistido en Sevilla al pregón de Semana Santa, ha vivido la madrugá sevillana, ha probado manzanilla en la Feria de Abril, y ha subido a la sierra gaditana para descansar.Javier Arenas, máximo responsable electoral del PP y candidato al Congreso por Sevilla, sonríe cuando se le recuerda tanto trajín por estas tierras y se pone serio al afirmar: "Si no se consigue reducir distancias con el PSOE en Andalucía, no se gobierna en España".

El PSOE lo entendió así en 1980, cuando el Gobierno de la UCD tuvo que convocar un referéndum en Andalucía para dotar a la región de las mismas competencias que las llamadas comunidades históricas. Esa consulta supuso la muerte política de UCD -que defendió la abstención- y luego del CDS. También representó el crecimiento socialista, que desde 1982 ha ganado por mayoría absoluta en Andalucía todas las elecciones legislativas y autonómicas. Es aquí donde el PSOE puede perder más votos y, por ello, donde pueden sacar más tajada los demás.

Eso lo saben todos los partidos, y más el PSOE, consciente de que es imposible conservar por tercera vez los escaños que obtuvo en 1986 y 1989: 42 de los 61 que aporta la región. "Ahora podemos pagar el pato del éxito de las últimas elecciones", reconoce Carlos Sanjuán, secretario general de los socialistas andaluces. Sanjuán se cura en salud y añade: "En ningún caso podría considerarse que los socialistas bajan en Andalucía si seguimos conservando un porcentaje de votos cercano al 50%".

De la veintena de partidos que concurren en esta comunidad, sólo tres aparecen en las encuestas: PSOE, PP e Izquierda Unida-Convocatoria por Andalucía. Las dos formaciones nacionalistas, el Partido Andalucista (PA) y el novísimo Partido Andaluz de Progreso (PAP) -creado por Pedro Pacheco el pasado febrero-, asoman en algunos sondeos, y únicamente en Cádiz y Sevilla.

Los socialistas calculan que el 6 de junio pueden perder entre cinco y ocho escaños, mientras que IU y PP estiman que los puestos en disputa están entre 10 y 12. Todos coinciden en señalar que el destino de estos escaños se decidirá por escaso margen de votos y que, en cualquier caso, el PSOE seguirá conservando el apoyo mayoritario andaluz.

Ningún dirigente de la oposición baraja ni como hipótesis un cambio radical del voto, aunque sí un desgaste del PSOE que permita hablar del principio del fin de su hegemonía. "El discurso de que la pensión y el subsidio agrario lo da Felipe González ha calado en las zonas rurales y nosotros tenemos que explicar que el subsidio y la pensión no las quitan ni Aznar ni González", afirma Javier Arenas.

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Es en estos núcleos y en las poblaciones entre 10.000 y 50.000 habitantes donde la refundación centrista del PP es aún inexistente. Eso lo saben los partidos a su izquierda, que responden con contundencia cuando se les pregunta si es factible una victoria del PP en la comunidad: "Imposible", afirma el socialista Carlos Sanjuán. "NI por sorteo", sostiene Felipe Alcaraz (IU).

Arenas elude la pregunta y recalca una y otra vez: "El PP está convencido de que no se puede ganar ni gobernar sin Andalucía y que, por tanto, es vital reducir la diferencia actual, de 42 escaños del PSOE por 12 del PP, a una distancia de 29 a 20".

Ante las malas expectativas del PA, en horas bajas tras su crisis, sus rivales intentan apropiarse de la marca andalucista, sabedores de la simpatía -no siempre reflejada en las urnas- que entre los cinco millones de electores andaluces despierta esta formación. "Queremos imantar una parte importante de ese voto, porque votar al PA no es útil", confiesa Felipe Alcaraz, secretario general de los comunistas andaluces. El popular Javier Arenas coincide con el candidato de IU y afirma que la aspiración de su partido es "recuperar a los votantes de la UCD y del PA porque es voto útil". Los socialistas recuerdan cuando pueden el escaso entusiasmo autonomista que mostró "la derecha" en el referéndum de 1980.

La reacción del PA ante esta disputa ha sido, al menos, estrafalaria, aunque ellos no dudan en calificar su campaña como "tipo Benetton". Su lema electoral dice Ni Pacheco ni Alejandro, Andalucía, y su vídeo publicitario recurre a la historia infantil de los cinco deditos: "Éste puso un huevo, éste lo partió, éste lo frió, éste le puso la sal, y este gordo, que no es andaluz, se lo coimió".

"No tenemos ni un duro, salimos de una crisis tremenda y jugamos con los elementos que tenemos", se justifica Miguel Angel Arredonda, secretario general del PA, quien insiste en la necesidad de establecer un poder andaluz en Madrid. Es más, Arredonda pide donde va el voto para el partido de Pacheco antes de que la papeleta emigre hacia "los partidos estatalistas".

Estatalista es la palabra que también utiliza el alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, para describir a las formaciones con implantación nacional, a las que acusa de exhibir un andalucismo de "bisutería". El partido de Pacheco cabe ahora mismo, no en un coche, sino en dos: un flamante Audi, en que viaja el candidato, y un destartalado R-12 que guarda mesa y sillas de cámping, vino de Jerez y viandas para el almuerzo y cena del alcalde-candidato. Pese a la escualidez de su bagaje, Pacheco puede obtener un escaño en su provincia, Cádiz.

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