"Todos los electores tienen derecho a saber quién financia a quién"
Guillermo de la Dehesa, de 51 años, consejero delegado del Banco Pastor desde hace cinco y antes secretario de Estado de Economía, resume sus estudios sobre la financiación de los partidos en otras democracias.Pregunta. ¿Aceptar la financiación privada supone legalizar las donaciones ocultas?
Respuesta. El problema de las contribuciones privadas es la falta de transparencia y publicidad. A mí no me parece mal que en una democracia tan joven como España se haya optado fundamentalmente por la financiación pública. Pero las democracias que están más consolidadas tienen todas una financiación privada importante, aunque sometida a reglas muy estrictas de transparencia. Estados Unidos, por ejemplo, ha prohibido las contribuciones de las empresas.
P. Pero las compañías tienen medios sobrados para sortear esa norma.
R. Los comités de acción política y los particulares sí pueden dar dinero a los partidos. Pero están rigurosamente prohibidas las contribuciones anónimas y sólo se puede contribuir a un partido en función de la declaración de renta, para evitar que entregue cantidades astronómicas alguien que oculta sus ingresos al Estado. Todas esas contribuciones tienen que hacerse públicas.
En Gran Bretaña, por el contrario, las empresas pueden financiar a los partidos. La contribución ha de decidirse por el consejo de administración y publicarse en la memoria anual, por lo menos las que cotizan en Bolsa, que son muchas más que en España. También tiene que haber un acuerdo de los sindicatos respecto del dinero que entregan al Partido Laborista. Todo el electorado tiene derecho a saber quién financia a quién, porque puede afectar al voto.
P. El Tribunal de Cuentas se queja mucho de las dificultades que tiene para fiscalizar a los partidos.
R. Toda empresa que recibe subvenciones públicas tiene que llevar su contabilidad al Tribunal de Cuentas, pero eso no significa que sea pública y que esté a disposición de los particulares y de la prensa. Desde que la información llega al órgano de control, debería ser accesible al público. El control y la transparencia son todavía mayores en los países que admiten desgravaciones fiscales por contribución a los partidos.
P. ¿Eso conduce a la eliminación de los fondos públicos?
R. Si se deja sólo financiación privada, los partidos de centro y derecha recibirían mucho más dinero de las personas con mayor nivel de ingresos. Eso ha llevado a mantener una financiación pública en otros países, ya muy rodados desde el punto de vista democrático, para conseguir mayor equidad.
P. ¿La suma de dinero público y privado implica poner más recursos a disposición de la política?
R. Sería deseable en nuestro país un consenso sobre los límites de gastos necesarios para mantener el aparato político y sobre la concentración de elecciones en un solo día.
P. ¿Desaparecería la corrupción si la financiación de los partidos fuera transparente?
R. En nuestro país somos dados a la exageración. No da la impresión de que la corrupción se haya generalizado. Yo, que he vivido la Administración económica y comercial más de 20 años antes de pasar al sector privado, no recuerdo ningún caso importante de corrupción. Ahora bien, un sistema de transparencia y publicidad total mejoraría notablemente la situación. En Norteamérica se sabe que, por famoso que sea un político o un dirigente de empresa, cuando hay un escándalo acaba en la cárcel. La dureza de las sanciones sirve de factor disuasorio.
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