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No era 'de gorra'

Pusieron como excusa que se encontraban todos participando en actos electorales, y no aparecieron en el Teatro de la Maestranza la noche del que habría sido el acto por excelencia: un golpe de pecho menos electoral por la situación económica en que los mangoneos de las fuerzas vivas han sumido a la Orquesta Sinfónica de Sevilla. No aparecieron los políticos, y a lo mejor era porque en esta ocasión había que pasar por taquilla, retratarse con una pasta para ayudar, como ayudó con un gesto que la honra Teresa Berganza -un recital, gratis, a iniciativa suya-, e hizo lo propio el maestro milanés Fancesco Corti.Así que, por una vez en una noche especial, el Maestranza estaba repleto de gente, de amantes de la música y de la orquesta titular, y vacío de líderes políticos y de esas capas altas de la dirigencia que suelen acudir con sus señoras para que se vea lo mucho que entienden. Tanto paripé y tanto hacerse nata líquida con la lírica a lo largo del 92, y ahora andan todos poniendo el grito en el mitin, que, en el fondo, es el único agudo que les gusta, por mucho que aplaudieran en su momento los sostenidos de los tenores. Aunque Enriqueta Vila, delegada de Cultura y el segundo teniente de alcalde, José Hurtado, los dos del Partido Andalucista, aparecieron discretamente y ovacionaron lo suyo, el gesto de Teresa fue valorado fundamentalmente por los sevillanos que llenaron el recinto.

Cualquiera que haya seguido en los últimos años los avatares de la música, aupada y reverenciada por el poder, desorbitada y, al mismo tiempo, ausente en las escuelas, puede preguntarse si en el futuro va a sufrir un errático destino, dependiendo de que les guste o no a los cargos públicos, de ministro a subsecretario, hacerse un hueco social a fuerza de saludar desde la platea. Da igual: de Tosca a Carmen, pasando por Andréa Chenier, un montón de gente ha sobrevivido a estos cretinos.

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