_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un problema matrimonial

LA SEMANA PASADA, The Washington Post publicaba un trabajo sobre el debate en marcha en el Partido Republicano a fin de preparar "la agenda para 1996". Apenas transcurridos los primeros cien días de la presidencia de Clinton, los republicanos han puesto en marcha el debate sobre el programa con el que tendrán que dirigirse a la sociedad en 1996 a fin de reconquistar la Casa Blanca.Y es que como ha dicho en los inicios de dicho debate un posible candidato republicano en 1996, Jack Kemp, "no basta con derrotar algo. Políticamente y moralmente es obligatorio para el Partido Republicano tener un programa para la creación de empleo y para el desarrollo ecónómico urbano". Sin un programa, el Partido Republicano perderá, incluso si se produce una situación de deterioro económico bajo Clinton. "Si la economía no crece y todo lo que nosotros hacemos es posicionarnos como críticos, Clinton gana". No basta con estar contra, hay que estar a favor de algo para tener credibilidad.

Tengo la impresión de que aquí es donde reside el mayor obstáculo del PP para ganar estas elecciones. A lo largo de la pasada legislatura, el PP ha desarrollado una enérgica campaña de oposición sin articular un programa alternativo. El PP no ha confiado nunca en que podía "ganar" estas elecciones. Ha confiado exclusivamente en que el PSOE podía "perderlas". Por eso toda su estrategia ha estado basada más que en buscar el triunfo por méritos propios en conseguir la victoria por "incomparecencia" del adversario.

De ahí es de donde le vienen los problemas al PP. A partir del momento en que hay que dirigirse directamente al cuerpo electoral y solicitar la confianza de los ciudadanos, el PP está poniendo de manifiesto que no tiene ningún programa para la sociedad española. Los ciudadanos saben "contra lo que está" el PP. No tienen la menor idea de "a favor de qué" está dicho partido.

Justamente por eso, estas elecciones se reducen esencialmente a un problema matrimonial, a un problema de descontento, de desamor entre el PSOE y su electorado. El PP no tiene ninguna capacidad de seducción. José María Aznar no seduce a nadie. Bueno, a Celia Villalobos, como reconoció públicamente en La noche de Hermida. Pero no creo que sean muchos más los trastornos de esta naturaleza que el señor Aznar provoque. Y es que la seducción no puede basarse exclusivamente en deteriorar la imagen del adversario. Algo más hace falta.

Lo que ocurre es que los 11 años de convivencia han generado lo que generan 11 años de convivencia: sensación de cansancio, de aburrimiento, de falta de atención y ternura, de deterioro de la lealtad, de quiebras más o menos importantes de la fidelidad y demás cosas sobradamente conocidas. Dichas manifestaciones de desamor se van incubando lentamente, pero dan la cara de golpe. Nadie piensa, cuando el proceso de desencuentro se inicia, que se, puede llegar al final a donde se va a llegar. Pero, como todo el mundo sabe, llegar al punto de ruptura no es nada difícil.

Ésta es la incógnita que se va a despejar el 6 de junio. ¿Han llegado las relaciones del PSOE con su electorado a un grado tal de deterioro que es imposible la reanudación de la convivencia? ¿Será la decisión de los ciudadanos el 6 de junio el equivalente del auto de medidas provisionales del juez de familia previo a la separación y al divorcio?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tengo la impresión de que el PSOE se va a librar, por los pelos, pero se va a librar, de tener que pasar por el juzgado de familia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_