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VUELTA A ESPAÑA 93

Lectura de piernas y una cerveza al día

Carlos Arribas

El director es el jefe y el masajista, el confesor. Marcelino Torrontegui, masajista del Clas Cajastur, sabe cosas de Tony Rominger que Juan Fernández, su director, ni siquiera sospecha. Y no sólo porque hable con el líder con más confianza que Fernández.También conoce un idioma ignoto para el propio jefe: sabe leer las piernas. "Cuando termina una etapa y empiezo a darle masajes, nada más palparle los músculos, enseguida sé cómo pasó él día. Y él, Tony, me lo pregunta, más que nada para ver si acierto. Y si fallo, él se ríe el día siguiente".

Porque Tony Rominger es tímido e introvertido, pero tiene un gran sentido del humor. Él y su equipo dicen que se ha integrado perfectamente en España por el cachondeo que se respira en el conjunto. Los corredores se pasan el día, bromeando y él entra en el juego. "No es que haga putadas a los compañeros. En eso es serio", cuenta Torrontegui. "Simplemente, le gusta que se vacile. Le gusta que alguien provoque una broma a otro y luego reírse con todos".

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El propio Rominger lo corrobora y rompe un poco su fama de pesetero: "Fiché por el Clas porque conocí a Juan Fernández y me pareció simpático, y luego por el ambiente que se respiraba en el equipo".

El otro lado del compañerismo, la solidaridad, también es santo de la devoción del casi seguro ganador de la Vuelta. O así lo cuenta Torrontegui: "No es el líder típico. Por ejemplo, para el masaje hace cola, como todos. Y en carrera, igual. Por ejemplo, él ataca cuando se siente bien. No tiene nunca una idea fija. Es demasiado humilde y no quiere tener mucha responsabilidad. Y, sobre todo, no quiere que algo salga mal. "¿Qué dirán los compañeros?", se pregunta, "si les hago trabajar y luego yo no respondo...". Le entra ese miedo. Pero si todo sale bien, siempre da las gracias a los compañeros; va por las habitaciones a agradecerles el trabajo

Cuando no ejerce de camarada al corredor suizo le gusta dormir. Tanto que se ha traído un vídeo y unas cuantas cintas con películas en alemán, su idioma materno. Pero se pone a verlas, o si no, a ver la tele en los hoteles que cuentan con canal de televisión en alemán, y al cuarto de hora se le cierran los ojos. Dormilón, pero no perezoso. Es siempre el primero en levantarse por las mañanas.

Y al igual que es puntual, también cumple con las apuestas, aunque las gane. No le gusta la cerveza, pero antes de la etapa de Cerler se jugó con el distribuidor de una marca que si ganaba allí se tomaría una cerveza cada día de su vida. En ello está. Acabará gustándole.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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