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GUERRA EN LOS BALCANES

Milosevic aumenta la presión sobre su antiguo protegido Karadzic

M. T., La cúpula política serbia en Bosnia parecía ayer sorprendida por la certeza de que el presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, no tiene amigos, sus alianzas políticas son efímeras y considera desechables a sus protegidos políticos. La vicepresidenta de la autoproclamada república serbia de Bosnia, Biljana Plavsic, aseguraba que Belgrado le había prohibido la entrada en Serbia. También se le ha prohibido el paso a Serbia a toda la cúpula política de los serbios de Bosnia, cuyo líder, Radovan Karadzic, se lamentaba ayer de que ya sólo Dios mantenía su alianza inquebrantable con sus fuerzas.

Milosevic ha decidido cambiar, al menos aparentemente, su política hacia Bosnia y apostar por la firma del plan de paz de Vance y Owen. Milosevic acudió a Pale a solicitar a los parlamentarios serbios de Bosnia que ratificaran este plan. Una mayoría osó decir que no al hombre que no tolera la desobediencia y cobra cara la rebeldía. De la noche a la mañana, el lenguaje bélico de Belgrado ha asumido un tono pacifista. El Gobierno serbio anunció un embargo en contra de los hermanos bosnios y la prensa asegura que ya no hay camiones de carga cruzando la frontera.

Belgrado ha condenado por primera vez la destrucción de dos mezquitas en Banja Luka, cuando había callado cuando otros centenares de monumentos musulmanes eran dinamitados. Ahora, el Gobierno serbio asegura que la cúpula política bosnia lleva una vida de lujo en Belgrado mientras su pueblo vive en la penuria.

Fue Belgrado quien les proporcionó pisos y trabajos para conducir su política teledirigida desde la capital serbia. Centenares de periodistas purgados de la radio y de la televisión serbias eran sustituidos por serbios de Bosnia y Croacia, incondicionales de la política oficial. Más de 500.000 refugiados en Serbia podrían ser obligados a volver a la región bosnia bajo control de Karadzic. La nueva campaña en la televisión serbia influye en la opinión pública, cansada de cargar con las consecuencias del apoyo a los hermanos en Bosnia y Croacia. Los primeros en sufrir los resultados de la nueva política, como siempre, son los que no intervienen en la toma de las decisiones. Los refugiados, en el transporte público belgradense, prefieren callar para no delatar su acento. "Si estos bosnios firman, podríamos vivir ya normalmente", grita una anciana de Belgrado apretada en el autobús urbano, que apenas se mueve por la sobrecarga.

Dos generales claves en el Ejército yugoslavo, Ljubomir Domazetovic y Nedeljko Boskovic, fueron jubilados por decreto. El primero, responsable en el Estado Mayor, se encargaba de la movilización. El segundo controlaba la seguridad. Ambos pertenecían a la línea nacionalista dura, cercana a las ideas del ultranacionalista Vojislav Seselj, cuya alianza con Milosevic parece haber concluido.

El presidente yugoslavo, Dobrica Cosic, aseguró a los parlamentarios serbios de Bosnia que sólo podrían contar con ayudas de alimentos, admitiendo indirectamente que en el pasado contaban con aquello que negaban insistentemente suministrar: armas.

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La humillación que Belgrado preparó para los serbios del otro lado del río Drina, frontera entre Serbia y Bosnia, podría tener efectos contraproducentes en el referéndum convocado para este fin de semana, que debe decidir entre la aceptación y el rechazo del plan de paz. El semanario independiente Vreme decía de los serbio-bosnios: "Son seres experimentales producidos en los laboratorios de la televisión serbia, preparados para reconocer y rechazar cualquier argumento".

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