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Canas en el paso de cebra

Doce jubilados empezaron ayer a regular el tráfico en San Fernando de Henares

Tienen canas, andar tranquilo y vista cansada. Unas son amas de casa y otros fueron panaderos, metalúrgicos o vigilantes. Todos, eso sí, a pesar de sus achaques, hacen gala de unas enormes ganas de ayudar a los demás, y sobre todo a los niños. Al menos dos características les unen: tener más de 55 años y residir en San Fernando de Henares. Ayer hicieron sus primeros ejercicios para regular el tráfico a las puertas de los colegios de su pueblo tras recibir las pertinentes instrucciones de la policía urbana.

Mercedes González, de 69 años; Milagros de Pedro, de 64, y María Cobos, de 61, son tres de las seis mujeres voluntarias que participan en el curso de seguridad vial organizado por el Ayuntamiento del municipio, que tendrá como finalidad que regulen el tráfico a la salida de los colegios públicos del municipio. Milagros, que se apunta a todo, señala que las explicaciones a base de diapositivas son entretenidas, pero que la práctica es "fenomenal".Y como la teoría, impartida por policías locales de San Fernando y de la Academia Regional de Policía, no basta por sí sola, 8 de los 12 mayores que participan en el curso realizaron ayer su primer ejercicio práctico en la calle.

Armados con un chaleco amarillo reflectante y señal de stop en la mano, equipo diseñado especialmente para ellos, recibieron su bautismo "en un paso de cebra".

Patricio García, de 68 años y de oficio vigilante antes de jubilarse, se mostraba satisfecho de la experiencia a la que se apuntó pensando en sus 15 nietos. Patricio esperaba que "hubiera más líos" en su primer día, pero tanto conductores como escolares les respetaron, "quizá porque estaban los guardias", confesaba.

Peor los padres

Alejandro, de 72 años, voluntario de Protección Civil desde hace cuatro, es otro de los atrevidos, y asegura que "hay que dejar el pellejo hasta que tino se muera", explicando el porqué de unirse a este proyecto. Añadía que es importante proteger a los niños.Todos coinciden en la creencia de que cuando tengan que vérselas ellos solos con los conductores "todo irá bien", aunque Marcos Fayerman, el veterano del grupo, con 80 años aseguraba con gesto malhumorado que los peores van a ser los padres.

Los que se mostraban encantados eran los alumnos y alumnas del colegio Enrique Tierno Galván. Sara y Gema de nueve años, estaban contentas por la ayuda, y tanto ellas como otros compañeros de colegio gritaban a coro que los coches no respetan los pasos de cebra. Gema, con la cabeza baja, contaba que a su amiga Elena, días atrás, un coche que pasó muy rápido casi la atropella y decía que antes había mirado a los dos lados.

Las madres de los niños también se manifestaban satisfechas y "tranquilas" al ver a los voluntarios que van a cuidar de sus hijos.

Para Pedro Bravo, un ex panadero de 57 años, el único peligro que puede sobrevenirles es que "algún loco no respete la señal de stop ni a nosotros".

El jefe de la Policía Local, Francisco Cano, que ayer presenció los ejercicios, señalaba que el material didáctico está adecuado a las características de estos alumnos y se basa en las señales específicas que afectan a la seguridad vial escolar.

Para facilitar la labor de estos voluntarios, el Ayuntamiento tiene previsto repartir entre los conductores y padres de escolares folletos explicativos de cuál va a ser su labor. No obstante, los improvisados guardias irán dotados de su correspondiente boletín de denuncias por si algún conductor no les hace caso.

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