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El dirigente que no quería ser canciller

J. M. M. F., Diríase que Engholm se ha salido finalmente con la suya. Desde el primer momento en que asumió el liderazgo del viejo partido socialdemócrata, en los primeros meses de 1991, cuando la herida sangrante de la abrumadora derrota, recibida frente al canciller Kohl, en las elecciones generales había dejado al SPD sin aliento, este hombre del norte de 53 años, de origen sueco, ha dado la impresión de que, en el fondo de su corazón, no quería convertirse en canciller de Alemania.

Su elegancia, sus modales suaves y sus gustos exquisitos -camisas de seda, afición por la buena mesa, tabaco de pipa, arte contemporáneo y buenos vinos blancos- junto con su actitud desganada y su negativa a trasladarse al campo de batalla en Bonn, indicaban claramente que prefería la tranquilidad de su sillón de ministro presidente en el norteño Estado de Schleswig-Holstein y desconfiaba de las posibles trampas que pudiera encontrarse bajo la mesa de su despacho en la sede central socialdemócrata en Bonn.

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Fue Willy Brandt quien le convenció de que aceptara convertirse en el líder del SPD, pero cuando asintió lo hizo con condiciones: seguiría en Kiel, no asumiría la jefatura del grupo parlamentario en el Bundestag y no se comprometía a convertirse automáticamente en candidato a canciller, aunque esto último lo hizo con relativa rapidez. Johannes Rau dijo ayer que el SPD se encuentra ahora en una situación "extraordinariamente difícil", pero por los pasillos de la sede central socialdemócrata en Bonn son muchos los que piensan lo contrario.

Ya ayer se podía hablar claramente de tres candidaturas. La primera, la del ministro presidente de Baja Sajonia, Gerhard Schröder, un político ambicioso e implacable de 51 años que gobierna cómodamente en Hannover en coalición con los verdes y que, pese a no contar con un gran apoyo en el aparato del partido, ha tenido la osadía de autoproponerse desde hace ya unos meses. Junto a él surgió ayer una mujer, una candidata sorpresa, la recientemente reelegida presidenta del SPD de Baviera, Renate Schmidt, de 44 años. Nadie le discute su deseo de poder. Esta analista de sistemas informáticos se ganó el re nombre de Renata la roja, que le atribuyeron sus compañeros por su radical oposición a la energía nuclear y a la instalación de los misiles Pershing de la OTAN en 1987. Ocupa una de las tres vicepresidencias del SPD. Pero quizá el candidato con más probabilidades sea Rudolf Scharping, de 45 años, ministro presidente de Renania-Palatinado, donde gobierna en coalición con los liberales, y el hombre al que se considera como el último de los nietos de Willy Brandt. Su eclosión ha sido muy rápida. De casi no contar en las elecciones de 1991 en Renania Palatinado, se convirtió en, el hombre fuerte de Maguncia gracias a la decisión de Kohl de subir los impuestos. También el ex canciller Helmut Schmidt ha sido propuesto, pero se ha apresurado a decir que no.

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