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La burbuja de hormigón

Los grupos multinacionales controlan ya el 75% del mercado cementero español

Los últimos escalofríos del cemento español mantienen el aliento familiar, pero con nombres foráneos. En pocos años, la penetración de los Pesenti (ltalcementi), Zambrano (Cemex) y Schrnitheiny (Holderbank) ha desheredado a los Calderón, Serratosa, Garnica y Rezola, que se han beneficiado así de generosas operaciones de compraventa favorecidas por la burbuja de hormigón, el boom que disparó la valoración del sector entre 1989 y 1992. Los grupos Cemex, Lafarge-Coppée y Holderbank, y el holding Italcementi-Ciments Français, controlan más del 75% del mercado del cemento en España. Frente a ellos, Valderrivas-Porland de Navarra, Molins y Uniland forman el reducto nacional que se resiste a la captura.

El cambio de fisonomía del sector va madurando en medio de una caída de los precios -más del 20% en los últimos seis meses- producida por las importaciones en dumping (precios por debajo de los costes de producción) procedentes de Turquía, Grecia, Rumania y Túnez.La reciente OPA de Lafarge sobre el 100% de Asland ha sido el penúltimo eslabón de la desinversión episódica de las instalaciones cementeras en España. El grupo francés "reestructura sus participaciones, pensando en que la propia matriz cotice en las bolsas españolas", señalan medios directivos de Asland.

La operación completa la penetración de Lafarge -ya posee un 45% de Asland- y desplaza definitivamente al núcleo familiar Bertrán-Güell, introductor del portland en los años veinte -al calor de la obra civil impulsada por el Gobierno de Primo de Rivera- y mecenas del modernismo arquitectónico inspirado por Antonio Gaudí. Culmina además un asalto iniciado en 1989, cuando Olivier Lecerf, presidente de Lafarge, anunció que controlaba Asland resumiendo la estrategia raider de la multinacional francesa sobre la empresa española, "a espaldas de ella y actuando de acuerdo con el grupo Cementia, un antiguo accionista que tenía el 20%", explica Jesús Méndez, consejero de Financiera y Minera y autor de La liquidación del patrimonio industrial (El caso del cemento).

Por su parte, el grupo Italcementi -en julio del 92 invirtió 100.000 millones de pesetas para hacerse con el control de Ciments Frangais- estudia la recomposición de sus posiciones en España, donde controla el 85% de Financiera y Minera, adquirida al Banco Central. Fuentes ejecutivas de la multinacional italiana -la segunda cementera europea tras Holderbank- reconocen tanteos con Lafarge para cederle el 25% de Molins.

De concretarse esta operación, el mapa cementero nacional sobre el litoral mediterráneo se fragmentaría en tres grandes zonas: Lafarge en Cataluña dominando Asland y una parte de Molins, y con la estrategia centrada en Uniland, uno de los últimos pilares nacionales, en manos de las familias Fradera y Romeu; Cemex (la cuarta cementera del mundo), controlando Valenciana y Sansón, más del 30% del mercado español; finalmente, Holderbank a través de Hisalba fruto de la fusión entre Hornos Ibéricos y Cementos Alba, ad quirida al grupo March por 40.000 millones.

Germen de proyectos

En el noroeste la penetración rastrea la desmembración del grupo Masaveu, de titularidad autéctona -Cementos Robla, Cantábrico, Islas Canarias, Hormigones de Galicia- y se ha concretado con la implantación de la portuguesa Cimpor en Corporación Noroeste-Cosmos.En paralelo, la fusión entre Valderrivas y Porland de Navarra se erige como el mayor grupo privado español, en manos del núcleo familiar de Alicia y Esther Koplowitz. Este grupo, considerado como el último gran reducto nacional -cerca del 10% del mercado interior-, cuenta con varias factorías alejadas de la costa y "por tanto es menos vulnerable a la competencia desleal de las importaciones procedentes de Turquía y Grecia", señalan medios profesionales.

El cordón cementero extendido sobre la cornisa cantábrica y el prelitoral mediterráneo contribuyó al arranque del modelo productivo español del siglo XX. Ahora, los cambios en la propiedad y estructura de capital de las compañías expresan la reconversión del esquema en un escenario impuesto por las importaciones a bajo precio procedentes de fuera de la CE y los altos costes de producción, "mucho más cuando de las importantes plusvalías obtenidas en las ventas de activos están naciendo proyectos empresariales con más futuro", explica José Felipe Bertrán, ex vicepresidente de Asland.

Entre el primer gran desarollo cementero español y el actual repliegue median una fase de esplendor -marcada por la euforia de los años sesenta-, la crisis del 73 y la sobrevaloración de los activos entre 1989 y 1992. En esta última etapa, los Serratosa-Ridaura (Valenciana); Masaveu, Rezola y Calderón (Sansón); Rojas Marcos y Garnica (antiguo grupo Banesto), y March (Alba) han ido vendiendo sus instalaciones, cegados por el fogonazo de la revolución financiera y sus jugosas ganancias.

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