Ciampi intenta que los ex comunistas permitan un Gobierno para preparar elecciones en pocos meses
PERU EGURBIDE, Carlo Azeglio Ciampi, el presidente del Gobierno italiano cuya existencia quedó en suspenso el jueves a consecuencia del escándalo provocado por la veto parlamentario al procesamiento por corrupción del ex líder socialista Bettino Craxi, intentaba ayer que el Partido Democrático de la Izquierda (PDS) adopte al menos una actitud de no beligerancia contra su Gabinete. Tal actitud de los ex comunistas, que debería comenzar con su apoyo o abstención en la votación de confianza, prevista para el próximo jueves, permitiría un Gobierno de gestión orientado a reformar la ley electoral y convocar elecciones en otoño.
El propio secretario del PDS, Achille Occhetto, dio ayer una respuesta afirmativa a ese planteamiento durante el discurso que pronunció en un mitin celebrado en el centro de Roma. Pero puso condiciones muy estrictas. "Tener en pie un Gobierno sólo para hacer la ley electoral en pocos meses, antes del verano. Un Gobierno que vaya inmediatamente al Parlamento y se empeñe en la elaboración inmediata de le ley electoral, con pleno respeto al voto del 18 de abril" [el que reformó la forma de elección de los senadores], dijo Occhetto.Hace apenas 48 horas, Ciampi afirmaba que su Gobierno no caducará a plazo fijo, sino cuando lo diga el Parlamento. Y aunque la votación sobre la inmunidad de Craxi. puede haberle convencido de que con las actuales cámaras ninguna reforma estará asegurada, queda el hecho de que la aprobación de la nueva ley electoral sigue siendo competencia del Parlamento, no del Gobierno.
Aún si Ciampi cediera estrictamente al breve programa exigido por Occhetto, lo más probable es que los tres ministros ex comunistas dimisionarios no vuelvan al Gabinete. Marco Pannella se mostraba ayer dispuesto a cubrir el vacío político que el PDS deja en el Gabinete, y algunos pronósticos le daban como seguro ministro.
Cartas de dimisión
Pero incluso acerca de si el PDS estaba de verdad fuera o dentro del Gobierno y hasta sobre la existencia misma de un Ejecutivo italiano se podía dudar ayer, en la confusión dejada por la absolución parlamentaria de Craxi. No había certeza, por ejemplo, de que los tres ministros ex comunistas hubieran presentado efectivamente sus cartas de dimisión, a diferencia del verde Francesco Rutellí.
Augusto Barbera, ministro del PDS para las Relaciones con el Parlamento, dijo, además, que el presidente Scalfaro "no había aceptado ni rechazado" las dimisiones. Los únicos síntomas de la existencia del Gabinete eran las noticias de agencia de que algún ministro aislado había tomado posesión de su despacho.
El propio presidente Scalfaro había iniciado una nueva ronda de consultas con los secretarios de todos los partidos, como la que condujo hace una semana a la designación Ciampi como primer ministro, quien, en cualquier caso, y dadas las circunstancias, no parece tener sustituto posible.
"Ante la turbación que se ha desencadenado en la opinión pública, es preciso que prevalezca el absoluto respeto de las normas constitucionales, incluído el procedimiento de investidura parlamentaria del Gobierno", dijo ayer Scalfaro, por si hubiera dudas de que Ciampi sigue en su puesto y pedirá la confianza del Parlamento.
"Voz a los canallas"
Mientras tanto, seguía la polémica sobre cómo se había fraguado el resultado de la votación sobre, Craxi. La Liga Norte amenazó ayer con querellas contra las numerosas voces que la acusan de haber asegurado con sus votos secretos la victoria del ex líder socialista para crear el caos que se está viviendo. "El régimen se ha apresurado a dar voz a los canallas que han insinuado comportamientos ambiguos por parte de los parlamentarios liguistas, como el de votar contra la autorización a procesar [a Craxi] y lanzar panfletos previamente impresos para protestar por el resultado. Todo ello es obviamente falso", se leía ayer en un comunicado de la Liga Norte.
Pero también el PDS hubo de dar explicaciones por la retirada de sus ministros, considerada en otros medios políticos apresurada e irresponsable. "Habíamos puesto la condición de que sólo colaboraríamos con una mayo ría dispuesta a conceder todas las autorizaciones de procesamiento", afirmó Occhetto.
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