El Madrid se impuso con facifidad a Estudiantes
El Madrid dió primero sin necesidad de vestir sus mejores galas, lo que no deja de ser novedad tratándose de un partido ante su rival más encarnizado. Le bastó que Biriukov se convirtiera en mariscal de campo y Sabonis cerrase a cal y canto las posibilidades interiores del Estudiantes. Las dos piedras filosofales blancas tuvieron una incidencia decisiva en la marcha del partido, todo lo contrario que los elementos diferenciales estudiantiles, grises unos (Cjeveticanin o Azofra), mas negros que el carbón otros (Winslow y sobre todo Herreros).Estudíantes y Real Madrid se conocen como si se hubiesen parido. Son decenas de partidos enfrentados a cara de perro como para esperar tácticas sorprendentes. En estas circunstancias, los laboratorios dejan paso a la inspiración del momento. Las maniobras de conjunto ceden ante el poder de las individualides. El Madrid tuvo dos muy poderosas. El Estudiantes ninguna. Orenga estuvo en su sitio, pero sus 19 puntos fueron conseguidos desde fuera, que valen lo mismo que los de dentro, pero hacen menos daño.
El Madrid llevó con relativa comodidad el encuentro, sobre todo a partir del minuto 15 de la primera parte (27-27). Algunos detalles se confirmarían posteriormente, como la efectiva defensa de Biriukov sobre Cjeveticanin o los nervios de un incontrolado Winslow.
Con un quinteto poco habitual (Lasa, Cargol, Simpson, Martín y Sabonis) el Madrid logró la suficiente fluidez a su contraataque como para irse al vestuario con una suculenta renta (44-35). De paso, Cargol mandó a la grada un intento de bandeja de Herreros, con lo que agudizaba la falta de confianza que muestra el hasta hace un mes mejor alero nacional.
Con distintos jugadores (volvieron a la cancha Antúnez, Biriukov y Brown) pero idéntica dinámica, el Madrid pareció resolver el partido antes de llegar al meridiano de la segunda mitad (62-45, minuto 29). El único recurso que mostraba el Estudiantes eran los lanzamientos exteriores de sus pivotes, escaso bagaje para torpedear un buque del tonelaje del Madrid. Pero en ese momento, el equipo blanco se olvidó de la sicología. Tuvo la oportunidad de infringuir un severo correctivo a su rival, sembrar más discordia que la que ya muestra el Estudiantes a simple vista, no mostrar ni una pizca de piedad.
La dejó pasar y el Estudiantes gozó de una segunda oportunidad (69-63, minuto 36). No la aprovechó, porque no estaba para heroicidades, pero logré maquillar el resultado. Era difícil que el Estudiantes pudiera ganar un partido con tres puntos de Herreros. Era casi imposible que lo haga tirando tres tiros libres en todo el partido, signo inequívoco de que la zona casi ni la pisaron. Mientras tanto, el Madrid a lo suyo, o sea, a lo que tocan Biriukov y Sabonis. En los playoffs, deben lucir las estrellas.
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