Una ética solidaria.
Baltasar Garzón, titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional; el también magistrado Ventura Pérez Mariño, miembro destacado de la asociación Jueces para la Democracia, y Vistòria Camps, catedrática de Ética y vicerrectora de la Universidad Autónoma de Barcelona, confirmaron ayer su inclusión como independientes en las candidaturas del partido socialista. Garzón ocupará el número 2 de la lista al Congreso de los Diputados por Madrid; Pérez Mariño irá de número 1 en la candidatura de Lugo, también al Congreso, y Vistòria Camps optará a un esaño en el Senado por la circunscripción de barcelona.
Victòria Camps nació en Barcelona hace 52 años. Es catedrática de Ética y vicerrectora de la Universidad Autónoma de Barcelona UAB). Aunque nunca ha estado afiliada a un partido, las coincidencias entre su pensamiento y la socialdemocracia son notorias. Colaboradora ocasional de la Fundación Pablo Iglesias, Camps está casada con Francisco Rico, miembro de la Real Academia Española y catedrático de Literatura en la UAB. Tienen tres hijos.Discípula de José Luis Aranguren y José Ferrater Mora, el pensamiento de Camps denota la influencia del filósofo estadounidense John Rawls, uno de los principales teóricos del Estado del bienestar, y :del catedrático de Ética Javier Muguerza.
Ha publicado artículos sobre ética, filosofía política y de la religión y es autora de diversos libros, entre ellos Virtudes públicas, un alegato a favor de la solidaridad, la tolerancia, la responsabilidad colectiva y el respeto a los demás como pilares de la ética de la función pública. En 1990 ganó el premio Espasa de ensayo. Su última obra, a punto de salir, es Victòria Camps. Paradojas del individualismo. Camps dirige desde 1983 la colección de filosofia de la editorial Crítica, en la que han aparecido tres volúmenes, titulados Historia de la ética.
"Yo mezclo la política con la ética, pero en política la integridad ética es virtualmente imposible", declaraba Camps en febrero de 1990. "A1 hacerse realidad, la política pierde su dimensión ética, sólo es política y sólo se busca a sí misma. Un político no debería tener miedo a pedir excusas cuando se equivoca ni a dejar la política cuando ve que lo que hace no es coherente. La tendencia a no rectificar revela una actitud agresiva, la agresividad se confunde con la coherencia y prima el modelo de político que no manifiesta su humanidad".
En 1983, Camps dijo: "Ética y política son incompatibles, porque la primera trata del presente y no actúa estratégicamente en aras de un fin posterior. Cuando el político habla de ética, se queda en la palabra, mientras sus actos van por otra parte".
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