Los homosexuales de EE UU exigen el derecho a ingresar en el Ejército
Después de haber conseguido impresionar al país con su gigantesca demostración de fuerza en el centro de la capital, los gays y las lesbianas norteamericanos se manifestaron ayer ante el Pentágono para exigir el levantamiento de la prohibición a la entrada de los homosexuales en las Fuerzas Armadas, una de las reivindicaciones principales de unas jornadas de protesta que harán historia en este país. El presidente Clinton se unió a las demandas de los manifestantes con las siguientes palabras: "Estoy con vosotros en la lucha por la igualdad de todos los norteamericanos".
Entusiasmado por el éxito de la manifestación del domingo -que reunió a más de un millón de personas, según los organizadores, más de medio millón, según la alcaldía del Distrito de Columbia, y 300.000, según la policía-, uno de los principales promotores de esta iniciativa, David Mixner, un homosexual que mantiene una larga amistad con el presidente Bill Clinton y que colaboró con él durante la campaña electoral, advirtió: "No se equivoquen. No vamos a negociar con nuestra libertad. No vamos a rendirnos. Vamos a triunfar".El presidente Clinton, que mantuvo una prudente distancia con la manifestación, se unió a sus reivindicaciones con un mensaje en el que aseguró: "Estoy con vosotros en la lucha por la, igualdad de todos los norteamericanos, incluyendo gays y lesbianas. En este gran país, fundado sobre el principio de que todos los hombres fueron creados iguales, tenemos que aprender a dejar de lado lo que nos divide y concentrarnos en lo que nos une".
Aunque el enorme despliegue de homosexuales por las calles de Washington fue, en términos generales, ordenado y pacífico, en algunos puntos del recorrido, al final del día, se produjeron intercambios de insultos entre los participantes y algunos grupos religiosos conservadores que levantaban pancartas en las que se leía "la sodomía es un pecado" y "los maricones se quemarán en el infierno".
No era eso, desde luego, lo que pensaba una mujer de más de 60 años llegada a la capital desde California y que confesaba haber abandonado a su marido después de 21 años de matrimonio para iniciar una nueva vida junto a su amante femenina. Esta mujer, cuya hija también es lesbiana, soñaba con tener nietos y con que estos también fuesen homosexuales.
En la manifestación del domingo hubo también tiempo para la diversión. Uno de los oradores del acto preguntó a los reunidos a quién le gustaría acostarse con el vicepresidente Al Gore, a lo que los hombres respondieron con sus manos felizmente alzadas. ¿Quién se acostaría con Hillary Clinton?, fue la siguiente pregunta, contestada con el mismo entusiasmo por las mujeres. "Eso es lo bueno de esta Administración", añadió el orador, "que, por primera vez en muchos años, sentimos ganas de acostarnos con nuestros gobernantes".
Lucha contra el sida
Aunque aparecieron algunos gritos de "¿dónde está Bill?", en alusión a la ausencia del presidente, la manifestación fue, por lo general, respetuosa con Clinton. "La mayoría creemos que está haciendo todo lo que puede", decía una joven de San Francisco.Los más radicales fueron los integrantes de grupos relacionados directamente con la lucha contra el sida, muchos de los cuales llegaron a Washington enfermos, algunos de ellos en sillas de ruedas o arrastrados por sus amigos y novios. Estos grupos se quejaron de que la dedicación de más presupuesto para la investigación contra esa enfermedad no puede esperar a que se resuelvan los problemas políticos entre la Casa Blanca y el Congreso.
Los homosexuales dieron muestras de su buena organización al aprovechar su estancia en Washington para entrevistarse con cada uno de los congresistas de los distritos electorales representados en esta manifestación. Fue una forma de demostrar que la causa de los homosexuales, como en el pasado ocurrió con la de los negros o el derecho al aborto, ha entrado ya en el espacio de la gran política nacional. "Se ha producido un cambio histórico en un movimiento que hasta años recientes estaba marginado de las preocupaciones públicas", afirmaba ayer el diario The New York Times.
Una de las más esperadas muestras de ese cambio tiene que ser la autorización para que los homosexuales puedan participar en el Ejército. Con ese objetivo, miles de gays dirigieron ayer sus pasos hacia el Pentágono, donde los jefes militares han tenido una actitud claramente hostil a la manifestación, prohibiendo, por ejemplo, que cualquier oficial o soldado en ejercicio pudiera tomar parte en las actividades celebradas en este fin de semana rosa vivido en la capital norteamericana.
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