Otro sueño imposible
Anoche tuve un sueño. Soñé que ya no se cerraban cines. Soñé que sólo se proyectaban buenas películas. Soñé que la taquillera y los acomodadores eran mesuradamente atentos. Soñé que la gente no hablaba durante la hora y media o dos horas de metraje. Soñé que los horribles puestos de palomitas situados a la entrada de las salas cinematográficas habían desaparecido. Soñé que la gente no sembraba el suelo de los cines con los botes de refrescos vacíos. Soñé que la embarazada que ocupaba una butaca al lado de la mía la tarde anterior no comía aquellas grasientas patatas fritas con estomagante aroma a jamón. Soñé que el marido de la embarazada no adivinaba la escena siguiente, o al menos no lo hacía en voz alta. Soñé que durante los títulos de crédito la gente no se levantaba, tapando la pantalla. Soñé que, a la salida, la gente comentaba amablemente sobre la película vista, sin ejercer de críticos expertos, sin estridencias. En fin, creo. que anoche tuve otro sueno imposible.
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