Adiós al Parlamento
Apenas una docena de diputados han decidido no concurrir en las listas de sus partidos
Frente a los que en estos días defienden a dentelladas su inclusión en una lista electoral, una reducida tropa de políticos ha decidido retirarse de la batalla y regresar a sus ocupaciones profesionales. Han sido diputados hasta el día 13 y anuncian que no desean volver a intentarlo. Apenas rondan la docena y unos tratan de ocultar sus nulas posibilidades de ser elegidos, otros se parapetan en "estrictas razones personales", muchos enfrentan abiertamente la cruda realidad que les impediría repetir en el escaño y todos se hacen partícipes de una cuota de desencanto que, con distintos grados y matices, les ha empujado al abandono de su actividad parlamentaria.
El grueso de las deserciones se localiza entre las filas del CDS. Las expectativas electorales han ahuyentado a buena parte de sus diputados, como Joaquín Abril o José Alfredo Ferrer. Rafael Martínez Campillo, un parlamentario activo y batallador, lo confesé abierta mente 48 horas después de disolverse las Cortes: "Ser candidato es un suicidio inútil que no nos merecemos". Se siente plenamente justificado en su decisión: "He hecho todo lo necesario hasta el último día y he asumido toda la responsabilidad de la representación, pero no encuentro una sola razón política para continuar".José Ramón Lasuén, que ha permanecido en el escaño a despecho de su escepticismo personal, aporta una explicación histórica para justificar su marcha: "Sin Adolfo Suárez, el CDS perdió su sentido y yo dije entonces que debía ser disuelto He seguido, pero me apetece volver al mundo intelectual en la Universidad (es catedrático de Teoría Económica en la Universidad Autónoma de Madrid) y, por otra parte, el desprestigio al que se ha llevado a la clase política no hace atractivo continuar".
Regreso a las aulas
Ramón Vargas Machuca también deja su escaño socialista y gaditano para regresar a las aulas, pero con un matiz más rotundo respecto a su trayectoria vital: "No tengo el menor problema con mi partido, pero he cumplido 45 años y es el momento de recuperar mi perspectiva profesional y volver a las clase de Filosofía Política. Es ahora, o nunca, porque llevo 16 años en la política, los mismos que tiene mi hijo, y si no recupero el horizonte del estudio ya no sería posible".
Otro catedrático de las filas centristas que ha superado las presiones de su partido para concurrir en La Coruña y regresa a su labor docente es José Antonio Souto, que considera "necesario evitar cualquier planteamiento que perjudique a mi partido", pero añade que carece "de interés personal por figurar en ninguna lista, salvo que en caso de extrema necesidad el partido me lo pidiese".
José Federico de Carvajal, ex presidente del Senado, diputado, el hombre que gobernó la travesía del PSOE durante los seis meses en que Felipe González dejó la secretaría general en 1978, hace tiempo que anunció su marcha. Ahora la concreta por "falta de tiempo, por razones personales y familiares como lo dije ya hace dos años. El pluriempleo es imposible y mi despacho me ocupa demasiadas horas".
Anuncia que sigue a disposición de su partido, aunque muy pocos puedan acreditar como él 45 años de militancia, que se inició en la más dura clandestinidad: "Desde 1953 he estado en el PSOE, y seguiré".
Carlos Revilla, que se alejó de los escaños centristas hace meses para acampar en el Grupo Mixto, regresa a la neurofisiología con una reflexión a caballo entre la ética y la política, porque, según él, "no es conveniente devaluar lo que se ha hecho antes y porque en política, como decía Tierno Galván, se puede explicar todo; lo difícil es justificarlo".
Josep María Trias de Bes, hasta ahora vicepresidente cuarto del Congreso, es un clásico de la Carrera de San Jerónimo -14 años y medio como diputado y más de 11 como miembro de la Mesa del Congreso- también ha decidido poner fin, de momento, a su larga andadura parlamentaria. "Tanto tiempo y tanta dedicación llegan a saturar y necesito, políticamente, un periodo sabático para reflexionar, rehacer mi despacho profesional y atender más a mi familia".
Miguel Herrero ha protagonizado una regate singular. Gentes de la ejecutiva de su partido repetían en las últimas semanas que "si no presta juramento de fidelidad personal a Aznar es muy dificil que esté en las listas". El hombre al que muchos atribuyen una capacidad dialéctica similar a la de Felipe González, ha hecho algo más sencillo que prestar vasallaje. Paradójicamente, un orador brillante, calló el sábado, pero dejó escrita una carta a la junta directiva nacional del PP en la que deslizó una carga de profundidad: "El partido debe lógicamente aspirar al triunfo; pero no vale todo para conseguirlo". "No me creo dotado ni para el silencio parlamentario ni para la algarada parlamentaria", escribió.
Para todos ellos y algunos más ese silencio no será virtud, a partir de ahora, sino necesidad por propia decisión.
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