_
_
_
_

Cristianos en fuga

La intolerancia religiosa causa el declive del cristianismo en Oriente Próximo

En la soledad del monasterio de la Santa Trinidad, en la isla de Heybeli, a hora y media de Estambul en cualquier remolcador del mar de Mármara, el monje Isaías Simonopetris entona la plegaria vespertina. En otros tiempos lo habría hecho a viva voz para que le escuchara la gente, pero desde hace años casi nadie acude a este venerado templo de Bizancio. La alarma cunde en todos los niveles de las diferentes iglesias cristianas. La preocupación es genuina: paradójicamente, en la cuna de la religión cristiana hay cada vez menos creyentes. Las guerras, la pobreza, la intolerancia y el avance del islam están poniendo en fuga a millares de cristianos de todo Oriente.

En la adyacente escuela teológica de Halki -tan importante para los greco-ortodoxos como la Universidad Gregoriana de Roma para los católicos- no hay más almas que las del padre Isaías y el anciano obispo Germanos. "La semana que viene, si vemos a diez personas en la iglesia, nos sentiremos afortunados", dice el monje encogiéndose de hombros mientras pasea por un parque de viejos cipreses. "La cruel real¡dad es que el cristianisnio de Oriente se está desvaneciendo)".El padre Isaías cita el avance del Islam, pero agrega un elemento igualmente importante: la timidez del cristianismo moderno. "Nos hemos estancado", dice.

El futuro de la Iglesia cristiana en Oriente es verdaderamente incierto. Cada año, miles de cristianos de una comunidad de aproximadamente 14 millones emigran a Europa, Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica. Seguramente cientos de miles harían lo mismo si tuvieran los medios. Viviendo entre 150 millones de musulmanes y cuatro millones de judíos -en ambos casos, cada vez más m¡litantes-, muchos cristianos sienten que dentro de poco será imposible seguir nadando contra corriente.

En el caso de los greco-ortodoxos de Turquía, las estadístícas lo dicen todo: de la grey de Bizancio sólo quedan unos 3.000 feligreses, y según algunos pronósticos no quedará más de una docena en cuestión de una década. "El problema de la renovación de la administración del patriarcado y las parroquias es cada día rnás agudo. Necesitamos más sacerdotes, diáconos y obispos", dice un informe del patriarca Bartolomeos I. "Muchos sacerdotes que no tienen la nacionalidad turca quisieran venír a trabajar en el centro de la ortodoxia", añade. El problema es que esto no está permitido por el Gobierno turco, que cerré, la escuela teológica de Halki en 1971.

La matanza de musulmanes en las guerras de los Balcanes ha acentuado la hostilidad hacia los cristianos de Turquía y Oriente Próximo. En barrios de musulmanes ultraconservadores de Estambul han comenzado a aparecer carteles con inquietantes mensajes. Uno de ellos muestra una cruz negra. Debajo, la leyenda "Esto es lo que está asesinando a nuestros hermanos en Bosnia".

Hacia el oeste, en la tierra de la Biblia, los cristianos se enfrentan a una combinación de realidades y factores políticos que auguran días precarios. Israel garantiza la igualdad. de derechos para todos sus ciudadanos, pero algunos dirigentes cristianos sostienen que su identidad como Estado judío margina a la comunidad cristiana. Añádase el factor de que la mayoría de los cristianos de Tierra Santa son palestinos a los que los judíos fanáticos quieren expulsar, y lo que se obtiene es un panorama desalentador para el cristianismo) en su lugar de origen.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

En Jerusalén hay temores de extinción: las estadísticas de la Iglesia dicen que quedan sólo 10.000 cristianos dentro de la ciudad amurallada. "Las iglesias se convertirán un día, en monumentos y curiosidades arqueológicas", dice un jesuita irlandés.

El caso maronita

Los únicos cristianos que han controlado el poder en Oriente Próximo son los maronitas de Líbano, gracias al antidemocrático sistema sectario de que le dotó Francia junto con su independencia hace medio siglo. Pero su influencia y población han disminuido considerablemente tras 15 años de guerra civil. Las pérdidas serían más palpables si hubiera elecciones generales en Líbano, donde los musulmanes son mayoría.El Consejo de las Iglesias de Oriente Próximo, con sede en Chipre, advierte que el crecimiento de los movimientos islámicos entraña uña seria amenaza y que no se debe descartar una ola de emigración de cristianos en los próximos años. De momento, dice, la emigración tiene motivos económicos y. responde al generalizado sentimiento de inseguridad en la región.

Son pocos los que, como el monje Isaías, advierten que la decadencia del cristianismo también tiene raíces propias. La desunión es una. A lo largo de dos milenios, las iglesias de Oriente se han fracturado en incontables ritos. El consejo los cataloga hoy en cinco grandes ramas.

Las Iglesias ortodoxas de Oriente (coptos, sirios, armenios); la Iglesia ortodoxa del Este, también conocidos como greco-ortodoxos (con su principal exponente, el Patriarcado de Antioquía, con todo el Oriente, que tiene su grey en Siria, y los patriarcados de Jerusalén y las iglesias de Chipre y del Monte Sinaí, esta última reducida a 12 monjes); la Iglesia católica, con sus siete ramas (todas, menos los maronitas, derivan de las Iglesias ortodoxas e incluyen el Patriarcado de Babilonia y el Patriarcado Católico de Antioquía, con sede en Siria); la Iglesia asiria de Oriente (excomulgada en el siglo V por el patriarca de Constantinopla y con fuerte base en Irak); las Iglesias protestantes, que llegaron con los misioneros del siglo XIX y que hoy cuentan con cerca de 100.000 fieles.

Como en la antigüedad, los esfuerzos por examinar conjuntamente la situación del cristianismo en el confuso marco de Oriente siguen tropezando con obstáculos derivados del miedo y las diferencias doctrinales. El monje Isaías ya ha sacado una conclusión para el cristianismo de la región: "Hay que reconocerlo", dice. "Nos estamos quedando fuera".

El rencor entre los "pueblos del libro"

El Islam reconoce a cristianos y judíos como 11 pueblos del libro", y los dirigentes musulmanes del mundo árabe, donde todavía late el rencor siglos después de las cruzadas, oficialmente se oponen a discriminar a los cristianos. "El islam busca la convivencia armónica de las religiones y en ningún caso promueve su persecución", dice el jeque shií libanés Mohamed Husein Fadlala, un influyente pensador del mundo islámico. Sin embargo, no todos demuestran con obras su apoyo a esa filosofía.En Sudán, el régimen islámico-militar persigue a los católicos y no, parece que piense alterar su política a pesar de la firme exhortación formulada por el papa Juan Pablo II en su visita a Jartum en febrero pasado. En Sudán, los sacerdotes tienen miedo. "Uno nunca sabe qué te puede pasar. La policía te sigue por todas partes y restringe nuestros movimientos. En esas condiciones, ¿cómo se puede hacer trabajo pastoral?", dice un cura italiano.

En Irán, la política es más flexible, pero ello no ha conseguido frenar la fuga de los cristianos, en su mayoría de la Iglesia de Armenia. Muchos huyeron tras el triunfo de la revolución islámica del ayatolá Jomeini en 1979, y según datos de la Iglesia, hoy quedan sólo 180.000 armenios en la antigua Persia.

En Egipto, el dilema de los aproximadamente siete millones de coptos se agudiza cada día por la campaña emprendida por los movimientos islamistas radicales, sobre todo en el Alto Egipto. En el último año, militantes de la Gamaá al Islamiya y la Yihad Islámica han asesinado a decenas de coptos o han destruido sus escuelas y negocios.

Un dirigente islámico en Asiut juró hace poco que la campaña se intensificará. "Los coptos son nuestro principal obstáculo y por ello hay que neutralizarlos", dijo. El Gobierno laico de El Cairo incluye a algunos coptos, pero muchos dicen que su participación es esencialmente simbólica.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_