Una explosión de propano causa cinco muertos en el pueblo gerundense de Caldes de Malavella
Una explosión de gas propano causó la muerte a cinco personas a las cuatro de la madrugada del jueves en la localidad de Caldes de Malavella (Gerona). La deflagración provocó además siete heridos -dos de ellos graves- y destrozó la mitad del edificio, de tres plantas de altura y 12 viviendas, en las afueras de la población. El accidente del jueves es el más trágico de los registrados en Cataluña en los últimos años, desde que el 6 de marzo de 1972 se produjo el derrumbe de un edificio en la calle de Capitán Arenas de Barcelona a causa de una explosión, atribuida al gas ciudad, que mató a 18 personas. Una cadena de tres explosiones de gas natural causó a finales de 1990 cinco muertos en Barcelona y en la vecina localidad de L'Hospitalet.
Antoni Güell, jefe de los bomberos de la Generalitat en Gerona, señaló que la explosión de propano se produjo en un piso de la primera planta del inmueble, en la vivienda de la familia Cuns Ferreira. Este piso había sido vendido recientemente por la citada familia -que se había traslado a vivir a Galicia, de donde era originaria- a un policía local de Caldes. En la vivienda, totalmente vacía, pasó la noche del jueves el hijo del matrimonio, Fernando Cuns Ferreira, de 33 años, quien en la madrugada del jueves iba a emprender viaje hacia Galicia. Los bomberos creen que pudo ser Fernando Cuns quien, a las cuatro de la madrugada, causó accidentalmente la explosión al encender un cigarrillo o la cocina para calentarse café. "Escuché un fuerte ruido y me cayó todo encima", relataba el jueves un vecino del inmueble. "No me podía mover y oía los gritos de mi madre y abuela. Por suerte, los vecinos me ayudaron a salir".En la planta baja del edificio vivía el matrimonio formado por Juan Moreno González, de 38 años, y Dolores Reina Morales, de 37, y el hijo de, ambos , Juan Moreno Reina, de 13. Los cadáveres del matrimonio y de su hijo fueron rescatados de los escombros por los bomberos tras cuatro horas de trabajo de las asistencias. Familiares del matrimonio manifestaron que la hija menor, de 12 años, se había salvado de una muerte cierta porque estos días estaba en un campamento de vacaciones con su escuela.
La familia Moreno Reina se había comprado un piso al que tenía previsto trasladarse en las próximas semanas. En plena madrugada, al poco de producirse la explosión, fueron encontrados muertos Francisco Botello Rodríguez, de 42 años, y Francisco Aragúndez, de 39 años.
Triste paradoja
De los siete heridos, dos fueron dados de alta en la misma mañana del jueves. María del Mar Ramos, de 17 años, con lesiones en la columna vertebral, y Fernando Cuns con graves quemaduras, fueron trasladados al hospital de la Seguridad Social del Vall d'Hebron, de Barcelona. En el hospital Josep Trueta, de Gerona, permanecían ingresados con contusiones y fracturas múltiples Luciano Ramos, Pilar Gazo y Carmen Méndez.Se da la triste paradoja de que el inmueble destruido por la explosión fue levantado hace unos 30 años para alojar precisamente a los trabajadores de la vecina planta de almacenaje y envasado de butano y propano, que se halla a 200 metros del edificio siniestrado, y donde algunos de los inquilinos trabajan todavía en la actualidad. Las viviendas afectadas por la explosión son conocidas en Caldes de Malavella como las casas del butano.
Fuentes de los bomberos de la Generalitat que participaron en el desescombro del edificio aseguraron que 6 de las 12 viviendas están prácticamente destruidas y que el inmueble deberá ser derribado en su totalidad, ya que la explosión destrozó por completo la estructura.
Antoni Güell señaló que el sistema de construcción del inmueble, propio de los años sesenta, contribuyó a magnificar los efectos de la explosión. En estos inmuebles, construidos con fuertes paredes maestras y vigas, las explosiones tienen como efecto inmediato su hundimiento, por lo que los muertos lo son por derrumbe.
La compañía suministradora Repsol, Butano emitió el jueves por la noche un comunicado en el que asegura que las instalaciones de gas del inmueble "habían sido inspeccionadas dentro del plazo previsto por la ley, el 28 de mayo de 1992, sin que se detectara defecto alguno".
El Ayuntamiento de Caldes de Malavella alojó el jueves a algunos de los inquilinos que han perdido su vivienda en dos pisos de su propiedad.
Caldes de Malavella, localidad de 3.200 habitantes al sur de la provincia de Gerona y a pocos kilómetros de la capital, despertó en plena madrugada por la fuerte explosión y vivió el jueves atónita la tragedia en la que murieron cinco de sus vecinos.
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