Un año después
La Tierra ha tardado un largo año en hacer su habitual giro alrededor del Sol y Bosnia ha tardado el mismo tiempo en pasar de una situación de extrema urgencia a otra de extremada extrema urgencia. Hace exactamente un año que la comunidad internacional ha decidido actuar en Bosnia. ¿Para qué ha servido su intervención? Para evitar lo peor, desearíamos poder decir, pero sin poder imaginar algo peor más allá de lo peor que vemos. Ni unos días de (casi) alto el fuego, ni algunas esperanzas de negociación (las serias: las militares) cambian nada.Tomemos Srebrenica, por ejemplo. A pesar del último combate de Bayard-Morillon, su martirio apenas ha sido aliviado. Y los damnificados que deambulan por sus ruinas deben hacer frente a sus supuestos amigos y protectores, las milicias bosnias, que vetan su evacuación, tratan de retenerlos como rehenes. El maximalismo de la desesperación responde, sin duda alguna, al maximalismo del agresor, pero a menudo se unen para golpear a la misma persona. Un año de intervención de la ONU ha producido también ese resultado.
Todo parece indicar que los nacionalistas serbios encuentran que la situación está bastante deteriorada como para que puedan subir de un cierto nivel el listón de sus reivindicaciones políticas. A su negativa a firmar el tercer punto del plan Vance-Owen se une la llamada del Gobierno serbio de Bosnia para la creación de un Parlamento panserbio.
6 de abril de 1993
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