El funeral popular por don Juan de Borbón termina en Madrid entre vítores y ovaciones
La parroquia de San Jerónimo, el Real de Madrid no pudo dar cabida a los centenares de personas que guardaron cola, algunas durante cuatro horas, para asistir al funeral público por don Juan de Borbón. Los Reyes, el príncipe Felipe y las infantas Elena y Cristina presidieron el oficio al que asistieron también la viuda de don Juan, doña María de las Mercedes; sus hijas, las infantas Pilar y Margarita; su yerno, Carlos Zurita, varios de sus nietos y la hermana de don Juan, la infanta María Cristina. El alcalde de Madrid encabezó la representación ciudadana.
La misa fue oficiada por el arzobispo auxiliar de Madrid, Luis Gutiérrez, y cantada por el coro, excelente, de San Jerónimo el Real. Interpretó composiciones de Mozart, Gounod, Bach y unos motetes de Cristóbal Yubero, organista del templo.La ceremonia comenzó a las siete de la tarde. Una hora antes se abrieron las puertas y entró una multitud que en pocos miriutos abarrotó bancos, pasillos, capillas laterales y el fondo. Un millar de personas pudo entrar. Cerca de dos mil se quedaron fuera siguiendo el oficio gracias a los altavoces. Las puertas tuvieron que dejarse abiertas para evitar algún sofoco. La cola, en el momento de permitirse el acceso a la iglesia, se alargaba por toda la calle de Ruiz de Alarcón y cubría por detrás toda la longitud del Museo del Prado.
El público asistente era en su mayoría femenino y de edad avanzada. Algunas personas vestían de luto. La mayoría no. La llegada de los Reyes, que no estaba prevista, levantó una ola de susurros y comentarios y una contraola de invocaciones al silencio. Los Reyes, el príncipe. Felipe y las infantas Elena y Cristina se acercaron al sitial que ocupaba la condesa de Barcelona y uno a uno la besaron. Luego subieron al altar y se situaron a, su derecha en sillones y reclinatorios cubiertos de terciopelo rojo.
Los potentes focos instalados por la televisión -el funeral fue ofrecido en directo por TVE-2- realzaban los colores de los retablos, tapices y pinturas del histórico templo. Aumentaban también notablemente la temperatura en las primeras filas: un capellán tuvo que abrir las ventanas superiores de los laterales para que circulara un poco el fresco.
El oficiante recordó que en esta misma iglesia se celebró la boda real de Alfonso XIII: Victoria-Eugenia, padres del difunto. "Ellos están hoy también", aseguró, "en nuestra memoria". La boda citada se celebró en 1906. Más de sesenta años después, en 1968, Victoria Eugenia volvió a Los Jerónimos en una visita evocadora de su boda. Fue con motivo del bautizo del príncipe Felipe. La madre de don Juan llevaba entonces 37 años de exilio.
No hizo el oficiante más referencia a la relación tradicional de la iglesia de San Jerónimo con la monarquía. Tal vez para no alargarse: a 1528 se remontan los juramentos que realizaban en este mismo escenario los herederos del trono de España. Monseñor Gutiérrez leyó la homilía. "El recuerdo de don Juan quedará en las páginas de la historia, pero su vida pertenece ya a Dios", dijo. El texto estuvo centrado en la trascendencia de la fe y la firme creencia en la vida eterna -"el triunfo de nuestro hermano don Juan es su vida imperecedera"- El tono empleado fue contundente. En algún momento levantó la voz y en uno de ellos se le cayó el solideo.
A la salida de los Reyes, una mujer gritó "Viva el Rey" y los asistentes respondieron con vivas y aplausos. "Viva la Reina", se oyó luego. Y "Viva doña Mercedes", también. El funeral popular terminó de esa forma tan popular. El silencio quedó para los actos oficiales.
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