Legitimidad

(...) Los franceses no creen que Chirac, Giscard, Balladur o Léotard sean una amenaza para la República; tampoco creen -y no les falta razón- que el país viva un lucha de clases (...).Los franceses han aprendido mucho en veinticinco años. Hace un cuarto de siglo se desató una revuelta estudiantil, (...) y las utopías no han cambiado demasiado. (...)

Ahora, los franceses ven que la izquierda, al cabo de doce años, no ha mantenido sus promesas, y que la derecha merece una nueva oportunidad. (...) El Partido Socialista Francés tuvo el mérito, en el contexto de los ochenta, y después de haber comprobado el fracaso de las viejas teorías marxistizantes, de llegar a la economía de mercado. (...) Ha desistido de la idea de arrogarse -con la nacionalización de los bienes de producción y la planificación- una cierta ciencia infusa. Ahora, tiene que llevar a cabo otra revolución intelectual. La República, el progreso y la modernidad no constituyen monopolios de la izquierda, (...) ya no son su parapeto.

Pero hay algo más grave: en la medida en que los socialistas sigan imaginando que son, con exclusión de todos los demás, depositarios de la moral y del derecho dejarán de lado los problemas concretos que les plantea el país. Creen poder vivir de los intereses de un capital que no les pertenece. Grave error. La legitimidad se gana, pero también se pierde.

27 de marzo