"Lo mío con Short es una boda, no un ligue"
Se ha convertido en el segundo impeón sin corona al ser privado del título. Pero, en contraste con el ascetismo del estadounidense Bobby Fischer, Gari Kaspárov está lleno de proyectos ambiciosos. A punto de cumplir 30 años, el ruso no teme que su compañero de motín, el británico Nigel Short, sucumba a las tentaciones del filipino Florencio Campomanes, presidente de la Federación Internacional (FIDE). Una vez más, el duelo en la cumbre del ajedrez, previsto para septiembre en Londres, estará envuelto en la polémica.
Fue educado para triunfar, y lo ha logrado. Es el mejor con diferencia, ha batido todas las marcas y tiene mucho dinero. Pero Kaspárov aún disfruta de la victoria y de la creación de belleza. Además, trabaja para explotar las virtudes pedagógicas y comerciales del ajedrez mientras continúa implicado en la dramática situación de su país.El teléfono, atendido por su apoderado, el británico Andrew Page, suena sin cesar en la habitación 309 del hotel Savoy de Londres. Tras superar con claridad a las jóvenes estrellas en el mejor torneo de la historia, el de Linares, Kaspárov no tiene tiempo para descansar. Está creando la Asociación Profesional (PCA), negocia con multinacionales del deporte y diseña su entrenamiento para vencer a Short. Pregunta. Short le acompaña en la rebelión tras manifestar odio hacia usted mientras sus colegas de la élite se muestran escépticos y la FIDE le expropia el título Sin embargo, parece muy contento.
Respuesta. Los negocios son los negocios. Hay una confluencia de intereses; Nigel quiere ser millonario y yo reactivo mi lucha para popularizar el ajedrez al máximo. Nuestro vínculo es sólido, no se trata de un ligue sino (le una boda. Mis colegas romperán su escepticismo cuando vean que logramos dinero para garantizar proyectos formidables. Es evidente que el porvenir está ligado al nombre de Kaspárov, no al de Campomanes, con el que negociaremos la cooperación cuando consolidemos nuestra fuerza.
P. Pero el riesgo de fracasar existe. ¿Tan seguro está de que el ajedrez será tan popular como el tenis y el golf?
R. No, soy optimista, pero también consciente de que las posibilidades están al 50%. Si. logramos promover la espectacularidad de las partidas rápidas, habremos creado un caldo de cultivo suficiente para demostrar que el ajedrez, incluso en su modalidad normal, puede ser muy televisivo, como se ha visto en varios países, entre ellos España. Por eso negocio estos días con una empresa tan potente como la International Management Group. Sus jefes están, en principio, muy interesados. Hay otras razones para mi alegría; he terminado invicto por segunda vez en el mejor torneo del mundo. Además, la vida me ha enseñado a ser más pragmático y a controlar esos tremendos berrinches cuando algo me sale mal.
Instinto asesino
P. Ante el tablero, muestra un instinto asesino del que carecen sus colegas de élite. ¿Está ahí la diferencia?
R. No creo que sea sólo eso porque entonces Gata Kamski [estadounidense, de 18 años] ganaría siempre; él tiene un instinto animal para matar. Se trata de una combinación de ese instinto con la educación. Mi fuerza reside, sobre todo, en la capacidad para disfrutar compitiendo. Cada vez que veo una jugada bonita, mis baterías se cargan de ilusión y busco otra. Si les pregunta a mis ayudantes cómo me encontraba poco antes de las partidas contra Kárpov o Gélfand [las más brillantes de Kaspárov en Linares] le dirán que estaba superexcitado, deseando que fueran las tres de la tarde para atacar, sacrificar piezas y crear belleza.
P. El indio Viswanathan Anand (de 23 años, tercero del mundo) se perfila como la principal amenaza para usted.
R. Sí, tiene un gran talento. Estoy muy impresionado no sólo por su resultado en el torneo, sino por la forma en que coloca las piezas casi sin pensar. Se nota que ha trabajado muy duro, eso le da consistencia. Pero no es capaz de aplicar al ajedrez su fuerza oculta, no genera suficiente energía durante las partidas. Tiene que arreglar eso.
P. ¿Cree que las juergas hasta las ocho de la mañana de Krámnik (ruso, de 17 años, sexto) y Shírov (letón, de 20, séptimo) son compatibles con la lucha por el título?
R. Estoy preocupado porque se trata de dos enormes talentos. A su edad, para mí era impensable vivir como lo hacen ellos. Gracias, sobre todo, a mis enfuerzos, los premios son ahora mucho mayores que entonces. Los dos han salido de la nada, ganan enormes cantidades de dinero y están desorientados. Necesitan a alguien que les guíe. Lo siento especialmente por Krámnik, al que veo como futuro campeón si conserva sus instintos.
P. Si logra sus objetivos inmediatos, abordará el de la utilización del ajedrez como herramienta pedagógica.
R. Exacto. En realidad, ése es el más importante. El ajedrez debe ser incluido en los programas escolares, como acaba de hacerse en el Estado de Nueva Jersey (EE UU) porque desarrolla el sentido de la responsabilidad, el poder de concentración, el pensamiento lógico y muchas otras cualidades. Además, esa expansión nos daría un vivero de millones de personas que después podrían ser atraídas hacia la competición.
Ordenadores
P. Usted acaba de manifestar que el enorme progreso de los ordenadores de ajedrez. Pero los programadores aseguran que los nuevos modelos calcularán 100 millones de jugadas por segundo. ¿Se puede luchar contra eso?
R. Rotundamente, sí. Aunque sean 1.000 millones, todavía estarán lejos. El número de jugadas posibles en ajedrez es comparable al de átomos en el universo. Este camino, el de potenciar la fuerza bruta de la máquina, ha tenido más éxito que el de intentar que el ordenador piense como un gran maestro y descarte muchas jugadas por intuición. Han logrado estrechar el margen, pero aún hay muchos conceptos que las máquinas no entienden. Para mí, éste es un gran desafío que acepto. No lo hago por dinero; es mi gran oportunidad para demostrar que tanto el ajedrez como el cerebro humano están infrautilizados.
P. Tras un periodo de inactividad política, usted acaba de reiterar su apoyo a Borís Yeltsín. ¿Puede evitarse la guerra civil?
R. Sin duda. Mi intuición y mis vivencias en Moscú me hacen pensar que los rusos apoyan a Yeltsin y acabarán definitivamente con el comunismo después del referéndum. Al decir que el presidente ha sido derrotado por el Congreso, se olvida que este órgano está dominado por los burócratas que se agarran a sus poltronas, y también algo esencial. Yeltsin fue democráticamente elegido, pero no le dejan gobernar. Debe tomar medidas.
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