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Trabajar con toxicómanos

No sólo los curas diocesanos, también los de órdenes religiosas trabajan en los barrios. Julio Yagüe, salesiano de 44 años, es uno de ellos. Recaló en la barriada de Pan Bendito (Carabanchel) hace siete años. "Cuando vi lo que había en la calle pensé que había que hacer algo". Lo que había en la calle eran chicos sin oficio ni beneficio o drogadictos. El algo ha acabado siendo -pese a la escasa ayuda oficial- unos talleres juveniles de cerámica, serigrafía, offset y diseño por ordenador. Más de 30 chavales acuden cada día.La música rock y el ruido de las máquinas se mezclan en la calle de Carcastillo, 29. "La Administración cree que la gente anda más adelantada de lo que en realidad está", dice Yagüe, convencido de que la escuela tendría que integrar. Mientras, mantiene una divisa: "Prefiero que me den trabajo a subvenciones".

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