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Kohl concluye el pacto de solidaridad para financiar la unificación de Alemania

A última hora de la tarde de ayer, cuando parecía que el pacto de solidaridad se escapaba de nuevo, el canciller alemán, Helmut Kohl, anunció la consecución de un acuerdo entre su Gobierno y los presidentes de los 16 länder (los Estados federales, con clara mayoría socialdemócrata), sobre el programa destinado a reducir el déficit público y ayudar a financiar la reconstrucción de la Alemania del Este. Pese a las importantes concesiones hechas por el Ejecutivo, puede decirse que Kohl se salió con la suya en el aspecto más político del acuerdo: la subida de los impuestos no se producirá hasta 1995, después de las elecciones.

Después de tres días y más de 50 horas de discusiones, el canciller Kohl, los líderes de los partidos que forman la coalición gobernante en Bonn (CDU, CSU y FDP) y los 16 ministros presidentes de los länder -con clara mayoría socialdemócrata-, llegaron a un acuerdo Sobre el Programa de Consolidación Federal. Este plan consiste en una serie de medidas fiscales y de reducción del gasto público, y forma el eje central del llamado pacto de solidaridad, una idea propuesta por el presidente federal, Richard von Weizsäcker, el pasado mes de septiembre.El resto de los elementos del pacto de solidaridad, la esperada herramienta que debe permitir a Alemania solucionar la crisis derivada del proceso de unificación y salir de la actual recesión en la que se encuentra inmersa, correspondían a los sindicatos y las organizaciones empresariales. Paradójicamente, ambos interlocutores ya habían cumplido su parte, pactando moderadas subidas salariales (3% de media) y comprometiéndose -la patronal- a efectuar importantes inversiones en la parte oriental del país.

Incluso el Bundesbank, el banco central alemán, que puso como condición para bajar los tipos que se llegara a un acuerdo sobre la moderación salarial, mostró su buena voluntad reduciéndolos por anticipado.

La oposición socialdemócrata (SPD), que controla la mayor parte de los Gobiernos regionales y tiene la mayoría en el Bundesrat (la cámara territorial), lo que le permite bloquear la legislación del Ejecutivo, quiso forzar a Kohl a decretar una inmediata subida de los impuestos. Este empeño ha sido el principal punto de discordia en las negociaciones y la causa del retraso en la conclusión del pacto.

La obsesión, típicamente alemana, de producir un consenso lo más amplio posible en una situación de grave crisis parecía chocar con posturas e intereses demasiado enfrentados, agudizados por el rapapolvo que los votantes del Estado de Hesse infligieron el domingo pasado a los dos grandes partidos alemanes (CDU y SPD).

El primer signo de un acercamiento se produjo a mediodía, cuando se anunció que el Ejecutivo aceptaba, casi en su totalidad, el plan de reforma del llamado Finanzausgleich, el Fondo de Solidaridad Interterritorial por el que los länder más ricos transfieren fondos a los más pobres, aprobado por los 16 estados hace dos semanas en la localidad de Potsdam, y que fue radicalmente rechazado por el ministro de Hacienda Theo Waigel.

La reforma era necesaria ya que los cinco Estados de la ex RDA no formaban parte del fondo. Los términos aceptados finalmente refuerzan considerablemente el poder de los Estados en perjuicio de Bonn.

Ingresos del IVA

Los länder consiguieron también que el Gobierno central accediese a aumentar su participación en los ingresos procedentes del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), que pasa a ser de un 44% frente al 37% actual.

El Gobierno central renuncia, igualmente, a su pretensión de que los Estados contribuyan a los fondos de la Comunidad Europea y a la financiación del déficit de los ferrocarriles en su región. En otra clara concesión a los socialdemócratas, el Gobiemo del canciller Kohl retiró sus planes de reducir el seguro de desempleo y la ayuda a los parados de larga duración, aceptando que un mayor control sobre los numerosos casos de fraude que se producen en este campo, será suficiente para ahorar dinero al tesoro público. El Gobierno central se comprometió también a financiar los programas de viviendas, no sólo en la ex RDA sino en todo el Estado.

Durante todo el día de ayer, sin embargo, pese a que se fueron conociendo estos avances, las declaraciones de los líderes de la oposición socialdemócrata indicaban claramente que en el tema de la subida de los impuestos el Gobierno no estaba dispuesto a ceder. Kohl y su ministro de Hacienda, el socialcristiano Theo Waigel, insistían en que un aumento de la carga fiscal es lo peor que puede hacerse en medio de la recesión que sufre el país.

El aplazamiento de la subida de impustos, una medida impopular, ha sido la concesión más importante que ha conseguido Kohl de parte de los socialdemócratas. El canciller ha conseguido retrasar este nuevo paquete fiscal hasta 1995 -depués de las elecciones- a cambio de renunciar al recorte en el seguro de desempleo y aumentar los programas de creación de empleo en la ex RDA.

El canciller se sale con la suya

La subida de los impuestos, el punto en el que el SPD centró las conversaciones, era el más doloroso para Kohl. A principios de 1991, poco después de haber ganado las elecciones, el Gobierno conservador se vio obligado a instaurar un paquete impositivo de un año de duración consistente en una subida lineal de un 7,5% del impuesto sobre la renta y otra serie de importantes aumentos en las tasas sobre la gasolina y otros servicios.Aquella medida, que contradecía radicalmente la promesa electoral de Kohl de que la unificación no supondría un aumento de las cargas fiscales, costó a los democristianos la pérdida de todas las elecciones regionales que tuvieron lugar durante aquel año y el siguiente y la pérdida de la mayoría en el Bundesrat, con lo que esto supone de pérdida de poder del Ejecutivo.

El SPD había insistido en que la inmediata reintroducción de este paquete , reformado de manera que afecte más a los más ricos, era la única solución para sacar adelante las caóticas finanzas del país y poder pagar el coste de la reconstrucción de la ex RDA, que todos aceptan alcanza los 110.000 millones de marcos (casi ocho billones de pesetas) al año. Los observadores están de acuerdo en que Kohl ha resistido hasta el final para no llegar a las elecciones de 1994 con la etiqueta de la steuerlüge, la mentira de los impuestos, que tan cara le costó.

A la espera de conocer la letra pequeña del acuerdo, todos se mostraban satisfechos. "Hemos conseguido un resultado que nos permitirá enfrentarnos a los retos de la unificación", dijo Kohl. "Es un enorme paso hacia el futuro y la seguridad de nuestros conciudadanos en el Este", dijo el líder socialdemócrata Bjorn Engholm. Lo cierto es que el canciller se ha salido con la suya.

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