El Sóviet Supremo ruso presiona para que el 'superparlamento' destituya a Borís Yeltsin
La batalla por el control político de Rusia se intensificó ayer. El presidente del Parlamento, Ruslán Jasbulátov, rechazó el plan de compartir el poder propuesto por el presidente Borís Yeltsin, lo calificó de inaceptable y acusó a Yeltsin de "comportamiento agresivo". La Cámara trata de utilizar el Congreso de Diputados (el superparlamento), que comienza sus sesiones el miércoles en Moscú, para acorralar todavía más al presidente ruso e iniciar el proceso para su destitución legal. Como muestra de la grave situación que atraviesa el país, el viceprimer ministro, Alexandr Shojin, anuncio ayer que Rusia no pagará la deuda exterior contraída por la extinta Unión Soviética si no se negocia un nuevo acuerdo.
La ofensiva parlamentaria contra Yeltsin se desprende del orden del día aprobado ayer para el VIII Congreso Extraordinario, según el cual el superparlamento podrá comenzar el proceso de destitución del presidente de Rusia. Los parlamentarios, que además rechazaron el proyecto de acuerdo propuesto por el Ejecutivo, decidieron al mismo tiempo preparar "la defensa y seguridad" del Congreso.El orden del día propuesto, además del punto sobre el referéndum del 11 de abril -que se desea revocar-, incluye otro "sobre el cumplimiento de la Constitución por parte de los órganos superiores de poder y los funcionarios de más alto cargo". Esto significa que el Congreso puede pronunciarse sobre la constitucionalidad de la actuación de Yeltsin. Si el superparlamento concluye que una serie de actos y declaraciones del presidente han sido anticonstitucionales podrá recurrir al Tribunal Supremo para pedir el cese legal del presidente.
El vicepresidente del Sóviet Supremo, Nikolái Riábov (jefe del grupo que negocia con el Ejecutivo), sometió el proyecto de pacto constitucional de Yeltsin a un exhaustivo análisis crítico del que se desprendía que el presidente no hace ni una sóla concesión, sino que pretende privar al Legislativo de una serie de facultades.
Jasbulátov pidió a una serie de comités parlamentarios que organicen la defensa y seguridad de los diputados durante el VIII Congreso, dejando con ello muy claro que no permanecerá con los brazos cruzados si al Ejecutivo intenta disolver este superparlamento, como ha insinuado tantas veces.
El jefe del Legislativo propuso que se coordinaran las acciones con los ministerios de Seguridad, Defensa e Interior, así como con la alcaldía de Moscú.
El fin primordial del Congreso es revocar la celebración del referéndum sobre principios constitucionales. Contra esta consulta popular se han pronunciado gran parte de los diputados, la mayoría de las repúblicas de la Federación Rusa, el Tribunal Constitucional y los sindicatos.
"El referéndum no es necesario, pues no reside ahí el problema. Si de todas maneras se celebra, empujará a la desintegración de Rusia y causará un gran daño al tan necesario proceso de entendimiento", dijo ayer el ex presidente de la desaparecida URSS, Mijaíl Gorbachov.
Gorbachov opinó que el problema reside en el divorcio existente entre las metas que se persiguen y la catastrófica situación a la que se ha llegado. "Hay que cambiar radicalmente la política económica", dijo.
Alexander Shojin, viceprimer ministro del Gabinete Yeltsin y responsable de negociar el pago de la deuda exterior, anunció ayer que el actual Gobierno no podrá hacer frente al pago de los compromisos contraídos por la Unión Soviética antes de su disolución en 1991. "Puedo confirmar que pagaremos todas las líneas de crédito rusas. Pero esperamos lograr un acuerdo con el Club de París [que reúne a los acreedores] antes de pagar la antigua deuda de la Unión Soviética", declaró Shojin.
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