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Tribuna:EL FUTURO DEL PEQUEÑO COMERCIO FAMILIAR
Tribuna
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El problema comercial

Durante los últimos 10 años ha tenido lugar en España una importante expansión de las llamadas grandes superficies comerciales y, paralelamente, una reducción del denominado "comercio tradicional".De este hecho, incontrovertible, pretende deducirse por algunos la inexorable desaparición del pequeño comercio y se propugna, para intentar evitarlo, una política de ajuste regresivo -restricción de aperturas y horarios; reducciones, exenciones y otras ayudas fiscales-, e incluso de oposición activa.

La realidad, como casi siempre, es más compleja y merece una interpretación sosegada, no sesgada. En primer lugar, las grandes superficies no forman un todo homogéneo. Mientras que los hipermercados y supermercados se han expandido fuertemente, los grandes almacenes y los almacenes populares apenas han aumentado, mostrando bien a las claras que, se trata de una fórmula comercial madura, etapa que también alcanzará el actual modelo de hipermercado.

Comercio tradicional no es sinónimo de empresa ineficiente, incapaz de competir con terceros, y la evolución de los distintos subsectores, aun siendo en casi todos ellos regresiva, muestra una diferente capacidad de resistencia ante la competencia de las grandes superficies: baja en ultramarinos, pan y pastelería, bebidas, lácteos y huevos; alta en el caso de carnecerías y pescaderías.

Junto a tiendas familiares que desaparecen surgen nuevas oportunidades para la empresa familiar, donde se muestra capaz de afrontar con éxito la competencia de las grandes superficies.

Las previsiones absolutas e inexorables en economía tienen escasa virtualidad real. Las leyes de tendencia han mostrado una envidiable capacidad para generar causas contrarrestantes que, en parte o en todo, han modificado el futuro pronosticado por aquéllas. Igual cabe predicar del pequeño comercio, en su casi secular competencia con las grandes superficies. Lejos de desaparecer en su práctica totalidad, como auguran algunos, el futuro parece estar más bien en la coexistencia competitiva de grandes superficies, que a su vez compiten entre sí, con una empresa comercial familiar renovada, en menor número que en la actualidad.

Las dificultades por que atraviesan numerosos subsectores y empresas familiares, ciertas, deben abordarse con políticas de ajuste progresivo y no con utopías regresiones al pasado. Al igual que la competitividad de una empresa no puede descansar permanentemente en salarios bajos no es posible garantizar su supervivencia a base de exenciones fiscales y protección indiscriminada.

Apoyos al sector

En este ámbito queda todavía mucho por hacer. Si se elaborasen unos presupuestos consolidados de las diferentes administraciones que reflejasen los recursos dedicados en España a la modernización del comercio, posiblemente nos quedaríamos sorprendidos de su importe.

Otra cosa es analizar la eficiencia de ese gasto. La tarea de evaluar la eficacia de las actuales líneas de apoyo a la reconversión del comercio deviene urgente y, en diálogo permanente con los interesados, supone un sugestivo reto para la capacidad de innovación y gestión de las administraciones públicas, singularmente la autonómica.

Una reflexión adicional sobre la forma comercial de implantación más reciente, los centros comerciales, afortunada mixtura de grandes superficies y pequeño comercio. Parece existir un consenso generalizado acerca del brillante porvenir que les aguarda a medio plazo, y muchos ayuntamientos han transferido su afán de contar con uno o varios hiper o super en su término municipal a esta forma innovadora, abandonando en demasiadas ocasiones un centro comercial, los tradicionales mercados municipales de abastos, que gozan de la mejor relación calidad/precio en la opinión consumidora.

Conviene moderar expectativas y afanes, y atender más a otras realidades. Si es cierto que el modelo importado de centro comercial cubierto se está extendiendo por España, nunca alcanzará la implantación de otros países.

La recuperación de la cultura comercial tradicional, renovada, permite asegurar la pervivencia de una parte del tejido comercial familiar; garantiza la dotación de infraestructura comercial en municipios pequeños y medianos; fomenta competencia y contribuye a fijar población en los cascos históricos.

es presidente de Mercasa.

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