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Torredolones

Abandono oficial de las pintiras rupestres halladas hace dos años

Han pasado más de dos años desde que un grupo de cinco alumnos del colegio San Ignacio de Loyola, en Torrelodones, encontrara en el monte de El Canto del Pico un covacho en el que descubrieron ocho figuras rupestres. Desde entonces, las pinturas han sufrido "daños importantes, debido a la pasividad de las autoridades", denuncian. Tanto la Comunidad de Madrid como el Ayuntamiento del municipo se comprometieron ayer a tomar medidas para evitar "daños mayores".

El director del Patrimonio de la Comunidad de Madrid, Miguel Angel Castillo, aseguró ayer que "existen dudas razonables sobre la autenticidad de gran parte de las pinturas". En cambio, la arqueóloga encargada de llevar a cabo los estudios, Rosario de Lucas Pellicer, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, aseguró que sobre alguna de ellas "no había duda".

En un informe elaborado por el colegio y enviado al Patrimonio Histórico Mueble y Arqueológico se califican los daños de "importantes". En él se detalla el estado de "deterioro" de las figuras situadas en tres sectores o paredes.

En el primero, formado por tres dibujos, un jabalí "ha sufrido diversos golpes y rasponazos, lo que ha provocado el desprendimiento de un trozo del granito correspondiente a sus extremidades posteriores". Igual suerte ha corrido la cabra de esta composición, que "presenta el arrancamiento casi completo del granito que contenía su cabeza".

Las patas delanteras de dos figuras que forman el segundo sector están "ahumadas" a consecuencia de las llamas. En el tercero, un antropomorfo, que se encuentra entre dos cuadrúpedos, está seriamente mutilado, habiendo desaparecido el tronco, los brazos y parte de la cabeza, salvándose únicamente una mínima parte de esta última, las piernas y el palo que blade".'

Litronas' en el yacimiento

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De cualquier forma, sus descubridores es tan dispuestos a que las pinturas no sufran mayores daños. Su maestro, Antonio Cantalejo Seguí, en un artículo publicado en el último número de la revista local Nosotros, describe el siguiente panorama: "Se aprecian, clavadas en el granito, bastantes argollas de las utilizadas por los escaladores y las pandas de chavales pasean entre las piedras estrellando litronas contra el suelo y esparciendo sus cristales".

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